domingo, 24 de agosto de 2014

La honorable condición de insecto

No soy padre, pero sí hijo. Aunque sea por mera aproximación, puedo imaginar qué siente un padre o una madre cuando algo grave le sucede a su hijo. Imagino el revolcón, el sofoco, la angustia, la desesperación… pero, al fin y al cabo, y por fortuna, hasta día de hoy sólo imagino. ¿Qué sentirá una madre que en apenas unos días pierde a su marido y a la que un bombardeo deja a uno de sus hijos entre la vida y la muerte, entre la ceguera y la visión parcial, entre la minusvalía y la tumba? 

El año pasado tuve la suerte de compartir unos días en Palestina con dos buenos amigos, ambos padres. Los dos me transmitieron la felicidad de su paternidad, se les dibujaba una sonrisa de plenitud con el recuerdo de quienes les esperaban a la vuelta. Cuando conseguíamos localizar una señal de wifi abierta, por precaria que ésta fuera (y solían serlo), Juan aprovechaba para intentar descargar, a golpe de rebote de señal, el último video que su mujer le había enviado con las últimas andanzas de su hijo Nicolás. El del lanzamiento de “jabalina” con posterior caída de culo lo repetimos entre risas unas cuantas veces. 

Algo de lo que me contó Juan se me quedó grabado. Reconoció que, desde que su hijo nació, había desarrollado una especie de sexto sentido que le hacía estar en alerta ante la posibilidad de que sufriera cualquier percance. Una sensación desconocida hasta la fecha y que se activó en el momento en el que Nicolás llegó a su vida. Miedos de padre, pero miedos saludables en la medida en que no se apoderen de uno y le permitan estar atento a esos pequeños detalles y elementos del paisaje que, de forma insospechada, puedan herir a un niño que apenas tiene noción del riesgo. 

La suerte de Nicolás, además de contar con unos padres estupendos, es que los riesgos que afronta día a día son lógicos, en la medida en que consideramos lógicos algunos inconvenientes de la vida en la gran ciudad. La mala suerte de Mohammed es que los suyos no son los inconvenientes de la gran ciudad, o no sólo. La suya es la mala suerte de haber nacido en un lugar del mundo que, muy poco antes de que él viera la luz, Israel decidió convertir en una cárcel a cielo abierto (o ni siquiera, si consideramos el sobrevuelo permanente de los drones un techo). Y en esa cárcel, de la que Egipto es cooperador necesario, Mohammed ha perdido a su padre por un bombardeo israelí (aunque todavía no lo sabe) y él ha resultado gravísimamente herido en otro, hasta el punto de que puede llegar a perder la vista por completo. Ha quedado ciego de un ojo y el otro ha quedado “taladrado por decenas de minúsculos pedazos de metralla”. Tiene siete años y una mínima esperanza, que pende de un traslado a España.


Mohammed, y dos hermanos de 13 y 17 años, han sido operados en Jordania, gracias a las gestiones del consulado de España en Jerusalén. Les acompaña Umm, su tía. ¿Dónde está la madre? En Gaza. ¿Cómo es posible? ¿Por qué no ha acompañado a sus hijos a Ammán? ¿Será que el dolor por la muerte del marido la mantiene allí paralizada? Estamos hablando de sus hijos, del vínculo más íntimo que una madre puede tener con la vida. ¿Por qué no está con ellos en el hospital? ¿Será acaso que tienen razón los que desde Israel dicen que la de Gaza es una cultura de muerte mientras en Israel se defiende la vida? 

Mi imaginación no alcanza para llegar a ponerse en la piel de esa mujer, como tampoco las palabras pueden llegar a trazar el camino hacia semejante horror. No, la madre de Mohammed no está en Gaza celebrando la muerte de su marido ni haciendo dejación de su responsabilidad materna en manos de una tía. Es humana, y ello explicaría que hubiera quedado paralizada por el horror y por el dolor. Sería una explicación, pero no es la explicación. La madre de Mohammed -y de Ibrahím e Imán- está paralizada en Gaza, sí, pero contra su voluntad. Tiene 39 años e Israel impide que de Gaza salgan personas mayores de 15 años y menores de 40

Israel ha resuelto una cuestión meramente humanitaria aplicando los parámetros arbitrarios de sus “security reasons”, ese mantra que encubre todo capricho represor y humillante en Gaza y Cisjordania. Israel ha abandonado en Gaza a una mujer a la que ha dejado viuda y a la que ha herido de diferente gravedad a sus hijos. ¿Qué sentirá cada vez que escucha un nuevo bombardeo? ¿Qué se removerá en su ya destrozado corazón? ¿Cómo soportará la imposibilidad de saltar el muro con el que Israel la ha separado de sus hijos? 

Son preguntas para las que no tengo respuesta, pero a las que Gideon Levy ha puesto certera expresión en su más reciente artículo en el diario ‘Haaretz’, titulado “La diferencia entre niños”. Levy, ese extraño héroe de la cordura en Israel (y al que acompañan guardaespaldas… claro), se pregunta en él por la deshumanización que permite que los israelíes ignoren y justifiquen con todo tipo de razonamientos (con perdón) los casi 500 niños muertos en Gaza por disparos de su ejército y, sin embargo, se unan en un irreprimible dolor ante el primer niño israelí muerto por disparos desde la Franja. “Un muro de hierro de negación e inhumanidad protege a los israelíes del vergonzoso trabajo hecho con sus manos en Gaza”, escribe Levy, quien arroja sobre sus conciudadanos una reflexión terrible: “Debemos admitir la verdad: en Israel se considera a los niños palestinos como insectos. Es una frase horrible, pero no hay otra forma de describir el ambiente en Israel en este verano de 2014”. 

La aplicación estricta de una veleidosa normativa de seguridad -de la que la madre de Mohammed hubiera quedado eximida en breve, apenas cumpla los 40-, los impedimentos que los asesinos de su marido y responsables de las heridas de sus hijos le han puesto a esta mujer para poder acompañarlos al hospital de Ammán, nos hablan de un país en el que, cuando menos sus responsables, no sólo carecen de la mínima empatía humana sino de la respetable condición de ser vivo de un insecto. Están podridos, muertos en vida. 

Carlos Pérez Cruz

lunes, 18 de agosto de 2014

La resistencia al violador. Racismo y negociaciones entre Palestina e Israel.

Hay un denominador común a muchos de los reproches que recibimos en redes sociales (también en conversaciones personales) quienes denunciamos la atroz masacre cometida por Israel en la Franja de Gaza y, en general, la ocupación de Palestina: el odio. Odian lo que defiendes, pero no porque no sea de justicia sino porque odian a quienes defiendes. Y quien dice odio, dice racismo.

Campo de refugiados palestino de Nablus (Fotografía: Carlos Pérez Cruz)

Declararse propalestino es declararse defensor de los derechos humanos y de la legalidad. Ser propalestino no implica ser antiisraelí, pero sí posicionarse contra el Israel que, desde su fundación, niega los derechos más básicos y elementales a la población palestina mediante una ocupación, que hoy sigue avanzando, o a través de la práctica de políticas de apartheid, prácticas que son capaces de reconocer y denunciar quienes más pedigrí tienen en su padecimiento: los sudafricanos negros. En una reciente carta abierta de Desmond Tutu, publicada en el diario israelí ‘Haaretz’, el arzobispo emérito pedía a los israelíes que se liberaran a sí mismos “liberando a los palestinos”, e invitaba a sumarse a la campaña de boicot a Israel para intentar lograr el mismo resultado que se alcanzó con “el cóctel persuasivo de métodos no violentos que se aplicó para aislar a Sudáfrica económica, académica, cultural y psicológicamente”. 

El mensaje institucional israelí aduce que el boicot busca acabar con Israel, pasando olímpicamente por alto el hecho de que el boicot a Sudáfrica no acabó con Sudáfrica, sí con la Sudáfrica que oprimía y segregaba a la población negra del país. ¿Por qué habría de acabar el boicot a Israel con Israel? Algunos alertan de la motivación antijudía del BDS [Boicot, Desinversiones y Sanciones], argumento insostenible desde el momento en que éste no se practica sobre judíos, sino sobre instituciones y empresas tanto israelíes como internacionales que colaboran, se lucran, financian y contribuyen al sostenimiento de la ocupación y de las políticas de apartheid. Ningún judío es susceptible de ser objeto del boicot por el mero hecho de serlo. No lo es un judío neoyorquino, ni un judío uruguayo, ni un judío español, ni necesariamente un judío israelí (aunque algunos de ellos, de forma noble y, sin duda, heroica, aboguen por  el boicot como solución). Por otro lado, ¿cómo va a ser antijudío el boicot a un país en el que más del 20% de sus habitantes ni siquiera son judíos? El reconocimiento de Israel como Estado judío (adjetivación y motivación confesa de sus propios dirigentes y del proyecto sionista) conllevaría el reconocimiento de un Estado fundamentado en la discriminación racista, cultural y religiosa

Racismo es también la discriminación de quienes, a través de las redes sociales, e incluso de los medios de comunicación, sancionan a quienes se manifiestan propalestinos o, cuando menos, se muestran indignados con Israel. Todas y cada una de esas reacciones suelen ignorar lo fundamental, la ocupación (sustrato básico del problema), para fijarse en lo meramente adjetivo, cuando no caen directamente en la más pura y dura demagogia. Por ejemplo, es frecuente que se acuse al propalestino de no posicionarse contra todas y cada una de las atrocidades mundiales, como si el reconocimiento y denuncia de la violación israelí de los derechos humanos y de la legalidad conllevara la aprobación de las cometidas por otros; o como si, por sí misma, ésta no tuviera entidad suficiente como para ser denunciada. Claro que hay un leitmotiv común en todos ellos: señalan crímenes y atrocidades cometidas por árabes y/o musulmanes. Lo mismo los secuestros de Boko Haram en Nigeria, la persecución de cristianos por el Estado Islámico en Irak (como si sólo los cristianos fueran sus víctimas) o la brutalidad del fanatismo islamista en Siria. No son hechos que señalen de forma inocente. No es difícil deducir la (falaz) regla de tres que aplican para deslegitimar el apoyo a los palestinos. 

Se retuerce de tal manera la excusa que, además de quien escribe en Twitter que “dais por culo” por hablar de los niños muertos en Gaza (eso sí, ofrece alternativas por las que, por lo visto, sí merece más la pena dar por culo), los hay que se acogen a cuestiones culturales y/o sociales -como la teórica discriminación de la mujer en el mundo árabe- para contraponerlas en defensa de Israel o, al menos, como circunstancias atenuantes en la responsabilidad israelí por las consecuencias de la ocupación ilegal de Palestina o la reciente masacre en Gaza. Es decir, pareciera que la ilegalidad de una violación dependa de la consideración moral que nos merezca la víctima (“Es cierto, ha sido violada, ¡pero es que usted vestía minifalda!”). Guste o no, los mecanismos legales que proporciona el derecho internacional contra quien incumple las leyes y viola los derechos humanos no están supeditados a la simpatía y/o afinidad que sintamos con el violado, sino que se aplican sin más (o así debería ser) contra quienes las incumplen. Claro que algunos deben de pensar que Israel ocupa Palestina y masacra Gaza para liberar a los palestinos de sí mismos. Parecen ver en lo que lleva a cabo el Estado de Israel una especie de guerra de liberación moral.

Inscripción en piedra de la resolución 194 de Naciones Unidas en un campo de refugiados de Cisjordania. (Fotografía: Lucía Barros Miñones)

Ninguna de las negociaciones que ha convocado a israelíes y palestinos ha logrado la firma de una resolución justa y pacífica. Y eso es así en gran medida porque los mediadores han tenido siempre interés de parte, nunca han sido neutrales, inocentes y desinteresados. Las “negociaciones” que se llevan a cabo estos días en El Cairo están patrocinadas por una dictadura militar que ha ahogado Gaza con el cierre de su frontera (inestimable contribución al bloqueo israelí de la Franja) y masacrado hace un año a los Hermanos Musulmanes, parientes de los palestinos de Hamas. Qué decir del papel de Estados Unidos, cuyo rol negociador no puede obviar la generosa contribución política y armamentística a Israel. ¿Qué dice de la imparcialidad del mediador que su país vete –una forma de boicot en toda regla- todas y cada una de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que señalan a Israel, o repita sin cesar que lo considera socio prioritario y le declare su amistad eterna? 

No tiene ninguna lógica promover negociaciones de paz entre ocupante y ocupado, porque la legalidad, los derechos básicos y la libertad no pueden ser jamás materia de negociación, como no es negociable el derecho a respirar oxígeno. Nada pueden ofrecer los palestinos cuando todo se les ha negado, y ni mucho menos pueden ofrecer una paz que la ocupación y el bloqueo les niegan. La única negociación posible es la que obligue a Israel a cumplir con la legalidad, hasta la fecha la única condición que jamás se ha puesto sobre la mesa. De todo se ha hablado, menos de ella, la que legitima incluso que los palestinos, como ocupados, se defiendan de sus ocupantes (también por métodos violentos contra sus fuerzas militares), aunque la muletilla-mantra que escuchamos de continuo sea la de que “Israel tiene derecho a defenderse”. Sería la primera vez en la historia en que es al ocupante a quien se le reconoce ese derecho frente al ocupado. Por primera vez al violador, el derecho a reprimir la resistencia de la violada.

Carlos Pérez Cruz

jueves, 14 de agosto de 2014

Siam Nowarah: “Mi hijo fue asesinado a sangre fría delante de las cámaras”

Se cumplen tres meses del asesinato de dos menores palestinos en Cisjordania durante las protestas del día de la Nakba. Siam Nowarah, padre de uno de ellos, sigue luchando por lograr justicia para su hijo.

Nadeem Nowarah (Fotografía cedida por la familia)

“Inshallah”, repite con zozobra en tres ocasiones, “Inshallah”. La voz de Siam Nowarah es un suspiro cuando responde exhausto a la posibilidad de un futuro mejor para sus hijos Rasha, de 19 años, y Dani, de 10. “Aquí está todo muy difícil”, explica. No ve futuro en Palestina para ellos, aunque el presente se detuvo en casa de los Nowarah hace ahora tres meses. El mediano de sus tres hijos, Nadeem, de 17 años, fue asesinado a sangre fría por las fuerzas israelíes en Cisjordania.

Nadeem y su hermana Rasha (Fotografía cedida por la familia)

El día más negro

Fue el 15 de mayo, día de la Nakba, la gran “catástrofe” palestina del 48. Al terminar las clases en su colegio de Ramala, Nadeem acudió a una de las marchas que anualmente se organizan para conmemorarla y protestar por la ocupación. “Los hijos de Palestina tienen derecho a levantarse y luchar por la justicia, especialmente en memoria de la Nakba, que representa el día más negro para los palestinos”, defiende su padre. Nadeem se encontraba en la localidad de Betunia, donde se erige la prisión de Ofer que, a pesar de estar construida en territorio palestino, controla y administra Israel a sus anchas. En ella mantiene recluidos a cientos de palestinos en una suerte de limbo legal en el que pasan, sin acusación ni juicio, el tiempo que Israel considere oportuno. Son las llamadas “detenciones administrativas”. Los manifestantes se encontraban esa mañana frente a la prisión también como gesto de apoyo a los presos, que entonces denunciaban su situación con una huelga de hambre.

Nadeem Nowarah yace en el suelo tras recibir el disparo (Fotografía cedida por la familia)

“A mi querido hijo Nadeem le dispararon en el pecho mientras protestaba. Fue asesinado a sangre fría junto a otro adolescente por la bala de un francotirador. Era sólo un crío y fue asesinado brutalmente delante de las cámaras de televisión. Llevaba con él una mochila llena de libros del colegio, no tenía ningún arma y no representaba ningún peligro de muerte para el Estado de Israel”, lamenta Siam. Tanto las cámaras de seguridad del edificio junto al que se encontraba Nadeem, como una cámara de la televisión estadounidense CNN, registraron el disparo que acabó con su vida. Apenas hora y trece minutos más tarde, y en el mismo lugar, otra bala acabó con la de Mohamed, de 16 años. En su caso, un tiro por la espalda. Aunque el ejército negó haber utilizado munición real, y llegó a advertir de una presunta manipulación de las imágenes, las mismas, así como los testimonios de los presentes, no dejan lugar a la duda. Ambos recibieron sendos disparos desde posiciones israelíes sin mediar amenaza y sin portar ningún tipo de objeto susceptible de poner en peligro la seguridad de los militares.

Dani Nowarah, hermano de Nadeem (Fotografía cedida por la familia)

Sin investigación, sin justicia.

“Cinco días después de su asesinato, abrimos la mochila y descubrimos la bala que se llevó la vida de mi hijo, la bala que destrozó mi corazón y el de mi familia. Si se examina, estoy seguro de que quedará claro que pertenece a las fuerzas israelíes y que la sangre que hay en ella y en los libros es la de mi hijo”, asegura el padre de Nadeem. Transcurridos tres meses desde el crimen, nadie parece haber hecho nada por resolverlo. “Busco justicia y pido una investigación independiente y transparente. Pido también un proceso justo para los que asesinaron a mi hijo”. Aunque Israel dijo abrir una investigación, tal y como anuncia después de cada “incidente” denunciado en el que estén implicadas sus fuerzas, a Siam le dan continuamente largas y estas últimas semanas le ponen como excusa la situación de Gaza. “¡Por supuesto que no confío en la justicia israelí! Incluso Estados Unidos pidió a Israel una investigación de la muerte de mi hijo, ¡pero no ha habido ninguna! Estados Unidos proporciona cada año millones de dólares a Israel para financiar el armamento con el que nos oprimen. Estados Unidos es responsable de que haya más víctimas inocentes”, denuncia agitado Siam, que igualmente niega haber recibido apoyo por parte de la Autoridad Palestina. 

Nadeem junto a sus padres y a su hermano pequeño (Fotografía cedida por la familia)

“Estoy muy triste. Era un niño inocente, un chaval estupendo que sonreía todo el tiempo. Lo quería mucho”, recuerda Siam, y su voz pierde la vehemencia de la denuncia, se diluye en apenas un susurro por el recuerdo de un hijo perdido de la forma más cruel. La suya fue en ese momento la tercera muerte palestina de un menor de edad en lo que llevábamos de 2014, cifra que ha ascendido de forma obscena por la masacre de Gaza hasta rozar el medio millar. 

La mayoría de las víctimas palestinas, ya sean adultas o menores, no recibe jamás la reparación de la justicia que Siam pide para su hijo. Muchas de las investigaciones que Israel asegura abrir con cada “incidente” acaban en nada o las condenas resultan irrisorias, meramente testimoniales. Tres meses después de aquel maldito disparo, el padre de Nadeem Nowarah no ceja en el empeño. Transcurridos noventa días, pide insistentemente algo que en cualquier lugar del mundo mínimamente democrático se habría producido ya de oficio: “Necesito ayuda, necesito expertos en balística. ¿Podrías ayudarme a encontrar uno?”. 

Carlos Pérez Cruz 

Notas: 

1) Horas después de la muerte de Nadeem, se utilizó en las redes sociales la etiqueta #oneforNadeem para solicitar a la Euroliga de baloncesto un minuto de silencio en su memoria durante la ‘Final Four’ de Milán que iba a disputarse ese mismo fin de semana. Nadeem solía frecuentar las canchas del club de baloncesto Syrryeh de Ramala, pero la organización de la máxima competición europea ignoró la petición. 

2) Siam Nowarah habilitó una petición de recogida de firmas en la web Avaaz para solicitar que tanto al soldado que ejecutó el disparo como a los superiores que se lo ordenaron se les deniegue el visado de entrada a Europa y Estados Unidos. La página supera a día de hoy las 24.000 firmas bajo el epígrafe de “No visas for killers”. Igualmente mantiene activa una página en Facebook y un canal en Youtube en el que informa de cualquier asunto relativo al asesinato de su hijo.

martes, 12 de agosto de 2014

Isabel Pérez: "Ocho años de bloqueo de Gaza han causado un gran trauma psicológico"

La periodista aragonesa Isabel Pérez vive y trabaja en la Franja de Gaza desde principios de 2013, tras su paso por Italia, Egipto o Irán. Desde Gaza cubre la información para el canal televisivo Hispan TV y colabora con diferentes medios de comunicación. Además, mantiene el blog personal Gazeitunas.



Isabel Pérez



Se cumple más de un mes desde el inicio del ataque israelí bajo la denominación de ‘Margen Protector’. Hubo 3 días de tregua, tras los que se reanudaron los ataques, estamos de nuevo estamos en otros 3 días de alto el fuego. Desde la posición palestina ya se había avisado: sin final del bloqueo, no hay tregua. ¿Es una postura compartida por la población de Gaza o un mes de devastación quiebra incluso la voluntad de no ceder ante lo que es una petición, en definitiva, legítima y humanitaria? 

La población palestina ya no tiene nada más que perder y, por decirlo de alguna manera, lo da todo en esta batalla. Por eso se posiciona indudablemente al lado de la delegación palestina, que pide el levantamiento completo del bloqueo, y no le importa que esta guerra dure un mes más, según lo que a mí me han contado personalmente varias familias. Madres, padres, abuelos, ancianos, que ya tienen experiencia de varias guerras e intifadas pasadas, todos están de acuerdo en que el levantamiento del bloqueo es ahora o nunca y, por lo tanto, están dándolo todo, aunque ellos no estén en el frente de batalla. Son los más afectados, algunos han perdido las casas, el trabajo, han perdido todo lo que tienen bajo los escombros, su dinero, sus hijos, sus madres, padres… La verdad es que es generalizado, todos quieren o seguir adelante con esta guerra o levantar el bloqueo. 

Intuyo por lo tanto la respuesta a la siguiente pregunta. Uno de los objetivos detrás del ataque indiscriminado a Gaza por parte de Israel podría ser buscar que la población se vuelva contra Hamas y lo señale como culpable de la continuidad de los bombardeos por no detener el lanzamiento de cohetes hacia Israel. Si ese fuera uno de los objetivos, ¿cuál estaría siendo el resultado? 

El resultado no es el que esperaba Israel. Es una táctica más dentro de la estrategia de propaganda que intenta llevar a cabo Israel contra Hamas, estrategia que comenzó en el año 2006 cuando Hamas ganó las elecciones y tomó el poder. Desde el inicio de la ofensiva, que ellos llaman “Margen Protector”, se ve mucho más, está claro que siguen esta táctica demoledora y a veces casi irrisoria. Encendías Al Aqsa, la televisión y la radio de Hamas, y había interferencias provocadas por Israel con letreros en árabe diciendo, por ejemplo, que [Ismail] Haniye es un mentiroso; o salía Abu Obeida, que es el portavoz de al-Qassam, el brazo militar de Hamas, y decían barbaridades, que estaban utilizando a la población palestina como escudos humanos. También han lanzado octavillas desde el aire, eso se ha repetido durante los 36 días de ofensiva militar contra la Franja de Gaza, y la mayoría de ellas eran octavillas amenazantes que decían: “Sí, sabéis dónde se encuentran. Decídnoslo”. Eso está también dentro de la práctica disuasoria para conseguir colaboracionistas. De hecho, en esta guerra, según leía ayer en la prensa palestina, no sólo la afiliada a Hamas sino también la de la Autoridad Palestina, parece ser que está cayendo el número de colaboracionistas y son cada vez menos. Después de la ofensiva de 2012, que duró solamente ocho días, Hamas se encargó de buscar quiénes eran y encerrarlos en la cárcel. Les invitaba a presentarse [voluntariamente], les prometían que no iban a ejecutarles, que no iban a sufrir la pena capital sino que simplemente iban a pasar varios años en la cárcel y que después les darían ayuda psicosocial, con grupos que existen aquí en la Franja de Gaza para ayudar a las familias de los colaboracionistas, para evitar el estigma dentro de la sociedad palestina, porque obviamente lo tienen. Todas estas tácticas juntas parece que han fracasado grosso modo. 

Israel culpa a Hamas de las muertes de civiles, incluidos los más de 400 niños muertos. Según esta teoría israelí, la población de Gaza estaría bajo secuestro de Hamas. Podríamos deducir que para Israel la población gazatí sufre una especie de ‘Síndrome de Estocolmo’ que le hace cómplice de sus captores. 

Según eso, sí. Los israelíes juegan siempre con estas teorías nacidas en occidente, que quizá sólo podemos asumir los occidentales. Los palestinos están obviamente bajo la misma soga del bloqueo. Después de que les asesinaran a sus hijos, las madres me decían que “la resistencia palestina está haciendo bien su trabajo y queremos que sigan lanzando cohetes y defendiéndonos aquí en la Franja de Gaza”. Fíjate que, a pesar de la tragedia de perder a un hijo o de verlo en las peores circunstancias que puedas ver -puede morir tu hijo bajo los escombros, puede morir tu hijo disparado, pero no hecho pedazos, no con el cráneo abierto como muchas madres y padres están viendo-, a pesar de esa bestialidad, de esa muerte tan inhumana y sin sentido, la mayoría de todas esas familias apoyan en general que las facciones armadas sigan adelante. 

A Hamas no le importan las muertes de civiles, incluidas las de niños. La nuestra es una cultura de vida, la de ellos es la de la muerte, dicen algunas voces desde Israel y también fuera de Israel. ¿Está Hamas, su brazo armado y otras milicias, satisfecha por la muerte de civiles? ¿Celebra la muerte de sus familiares, amigos, vecinos…? 

No, la verdad es que la cultura occidental es muy diferente a la oriental, a la árabe, donde se ensalza a los mártires. No son muertos, son mártires, todos son caídos por la gracia de Dios y todos van directamente al cielo, también, por supuesto, los niños, a pesar de que no estén en el campo de batalla. Pero aquí no se está celebrando absolutamente nada. Hay un silencio… La gente entierra a sus muertos, los ha enterrado durante estos treinta y cinco días como ha podido, corriendo, debido a los bombardeos y los ataques de artillería pesada. Ni siquiera a los combatientes que han enterrado. De todos los muertos, 1941 muertos -porque esta mañana [lunes 11 de agosto de 2014] ha sucumbido a sus heridas otra niña-, el 84% son civiles, según el Centro Palestino de Derechos Humanos (PCHR), que también es crítico con el lanzamiento de cohetes palestino, así que digamos que es una fuente objetiva, neutral. 84% civiles, el cómputo restante serían los combatientes, y en ningún momento se ha ensalzado en ningún entierro estos cuerpos de combatientes. No ha habido ninguna celebración y todo se ha sumido en un velo silencioso y triste porque, al fin y al cabo, seguramente Hamas tampoco esperaba que Israel fuera a atacar tan directamente a la población civil.

Mezquita bombardeada en Gaza (Foto: Isabel Pérez)

Hace unas semanas, al principio de esta operación militar israelí, me decías que de alguna manera te sentirías más segura alojada junto al resto de periodistas internacionales en vez de, como es tu caso, trabajando con la prensa palestina. De hecho el edificio en el que se encuentra tu oficina fue bombardeado. Ningún periodista internacional sobre el terreno ha dicho sentirse utilizado como escudo humano por Hamas (una afirmación israelí). ¿Conoces algún periodista palestino que se haya sentido utilizado? ¿Incluso tú misma? 

En ningún momento me he sentido utilizada, para nada. Los periodistas palestinos piensan prácticamente como yo, no se han sentido utilizados, hacen su trabajo. Algunos de ellos están todavía en la única torre de medios de comunicación que no ha sido bombardeada, que está aquí al lado de la costa, otros están en sus casas en la ciudad de Gaza o se han venido a algunos hoteles más accesibles al bolsillo, porque los hoteles en la Franja de Gaza están hechos solamente para extranjeros, son muy caros y los palestinos no pueden pagarlos. Pero los que sí que se han doblegado, por decirlo de alguna manera, a esta propaganda de los israelíes, son los periodistas extranjeros. También es comprensible, porque no estás en la zona, no vives aquí. Como siempre estamos diciendo, al final, aunque tengan una simpatía hacia el pueblo palestino, hacia la injusticia del genocidio comenzado por los sionistas en el siglo XIX, aunque ellos sepan esa historia, quizá no conocen la coyuntura actual. No conocen a Hamas, no viven en la Franja de Gaza. Yo no soy simpatizante de Hamas y estoy a favor de crear un Estado único y laico en el que todos vivan conjuntamente. Y estas personas, como no viven aquí en la Franja de Gaza, se creen cualquier noticia que venga de medios occidentales un poquito más proclives a Israel. Por ejemplo, el lanzamiento de cohetes frente a un hotel de periodistas. ¿Quién se va a creer en Gaza que las facciones armadas van a poner aquí una lanzadera de cohetes? Hay colaboracionistas, hay grupos que se han creado, a los que paga Israel -no mucho, pero les salva la vida a sus hijos y a su familia-, que trabajan para Israel para crear este tipo de ruido mediático, y obviamente muchos extranjeros caen en esa trampa. Muchos dicen que están poniéndolo al lado del hotel de periodistas, “nos están usando a nosotros como escudos humanos”. Ahí se cae en -no sé si decirlo así- la mediocridad o en no querer ver realmente la coyuntura, o en no querer creer que los de las facciones armadas no son estúpidos. También se cae un poco en el orgullo que tienen, que tenemos, los periodistas. Otro ejemplo: ellos son las víctimas. A veces los periodistas nos retratamos en nuestros propios reportajes como si estuviéramos sufriendo en primera persona esta guerra y nos olvidamos de los civiles. Eso sucede muchísimo, ¡todos lo hemos hecho! ¿Es un error? Sí, pero no. Puedes hacerlo siempre y cuando estés llevando la historia a que el telespectador, el radioyente o el lector entienda desde tu perspectiva qué está sucediendo aquí. Pero cuando el periodista está siendo el escudo humano, la víctima, es demasiado victimista, y valga la redundancia. Otro ejemplo, cogiendo el ascensor en uno de los hoteles de los periodistas junto a una señora de unos cuarenta o cincuenta años, periodista consagrada. Estamos esperando el ascensor, tienen que encender el motor para que haya electricidad y funcione, y la señora me dice: “Esto de la electricidad es realmente un problema”. Y yo le contesto: “Sí, sí, imagínese cómo está la gente ahí afuera”. Entramos y me dice: “¡Pero nosotros, los periodistas, necesitamos electricidad para mandar nuestras crónicas!”. Entonces le respondí: “Señora, y la gente fuera necesita la lavadora, que el agua residual sea bombeada fuera de sus casas”, etcétera. Esa falta de empatía, de victimizarse, de sentir la guerra, cuando ellos se van a marchar de aquí…, es un problema que ocurre en la Franja de Gaza y se vislumbra después en las noticias que algunos estamos dando. 

Un periodista extranjero que entra en Gaza lo hace bajo permiso israelí y con la firma de una aceptación de posible censura de su trabajo. Una periodista, como es tu caso, que vive y trabaja en la Franja de Gaza, ¿tiene que someter su trabajo a algún tipo de censura? ¿Qué limitaciones tiene a su libertad como periodista? 

Yo no tengo ninguna limitación. Hasta el momento en ninguna circunstancia me ha venido nadie del gobierno de Hamas -que ya es un gobierno depuesto, porque el 3 de junio Haniyeh ya dejó el poder- diciéndome que haya escrito algo incorrecto desde su punto de vista. En ningún momento he tenido ningún problema. Yo no tengo autocensura y todo lo que no puedo decir en los medios en que escribo lo digo claramente en mi blog o en mi Twitter. La única vez que he tenido un pequeño problema ha sido yendo a la frontera con Egipto, en Rafah. La mukhabarat, los servicios de inteligencia egipcios, son conocidos por tener fuertes lazos también con la compañía de telecomunicaciones palestina, bajo orden del gobierno de Israel, y hubo llamadas telefónicas amenazantes, etcétera. Ahí sí que he sentido el acoso, pero no es la primera vez y la verdad es que esto no va a parar lo que yo tengo que hacer aquí en la Franja de Gaza. 

Eugenio García Gascón decía hace unos días que el número de víctimas por siete años de bloqueo israelí –has dicho antes ocho años, imagino que estamos en fechas de cumplimiento- era superior al número de víctimas ocasionadas en este último mes de ataques israelíes sobre la Franja. Es decir, el bloqueo de Gaza sería en sí mismo un estrangulamiento de la vida que los bombardeos se encargan de intensificar puntualmente. Vives en Gaza desde hace un año y unos meses. ¿Cómo es la vida bajo bloqueo y qué convierte la cotidianidad del bloqueo en un arma mortífera para los palestinos de Gaza? 

La peor consecuencia de estos ocho años de bloqueo –se cumplieron el pasado junio, a mitad de mes- son los traumas psicológicos. Hay un trauma psicológico y social que está afectando en todos los sentidos a las personas en la Franja de Gaza. Se nota en la forma de interactuar con los demás, en la forma de pensar, hablar… Es un trauma psicológico y prácticamente el millón ochocientas mil personas de la Franja de Gaza necesita en cierto modo apoyo psicosocial, porque ocho años de bloqueo significan pesadillas las 24 horas del día: cuándo vendrá la electricidad, cuándo podré –por ejemplo, en mi caso- hacer la lavadora. ¡Una lavadora, que enciendes el botón y basta! Aquí es realmente un milagro llegar a casa y encontrarte con electricidad. Es un milagro tener ocho horas de electricidad al día, y esto significa también que cuando no hay electricidad el agua no llega a las casas; el agua de los ayuntamientos no puede bombearse en su sistema de canalización y no llega a las casas. De esa manera, la gente tiene que poner dinero de su bolsillo para comprar agua desalinizada y llenar unos tanques que se encuentran en la parte superior de las casas unifamiliares o de los pisos. Esto es más dinero, pero el problema es que no hay más dinero, hay menos, porque la economía ha sido devastada por este bloqueo. Un 42% de la población está inactiva, no encuentra trabajo. El problema también es el futuro, qué va a ser de nosotros. Por eso no se piensa en el futuro. Es algo muy difícil de explicar, y los occidentales, algunos periodistas, mujeres y hombres, me han preguntado al venir: “tú que vives aquí, explícame por qué la gente continúa aquí, por qué mantiene a sus hijos en las casas sabiendo que pueden ser bombardeadas”. Eso no lo vamos a entender nunca ni tú ni yo, pero es una especie de resistencia y estos ocho años han sido de resiliencia total de la población palestina. Repito, aquí hace falta mucha ayuda psicológica y social, pero esa ayuda se podría sustituir con el levantamiento del bloqueo y ofreciendo oportunidades laborales, abriendo las fronteras, que los jóvenes salgan a estudiar fuera, que los jóvenes que no quieran estudiar, que quieran trabajar, se vayan a Cisjordania o a Israel a trabajar. Así es como se podría curar esta enfermedad que ha provocado Israel con estos años de bloqueo.

"Mañana Palestina será libre" (Foto: Isabel Pérez)

Entre la operación “Pilar Defensivo” de finales de 2012 y el inicio de “Margen Protector”, Israel habría violado la tregua en cerca de 200 ocasiones, mientras desde Gaza se habría hecho en unas 75. Cuando la violencia no es espectacular, deja de ser noticia. Para quienes no siguen de forma cotidiana lo que sucede en la zona, ¿cómo son esas violaciones del alto el fuego? ¿En qué medida hay una violencia permanente, aunque sea –llamémosla- dosificada? 

Por ejemplo, en el mar. Supuestamente, después de [los acuerdos de] 2012, los pescadores podían acceder de facto a 4 millas de la costa. Dijeron 6, pero es una completa mentira. Pero no podían acceder a 4 millas en toda la línea de costa de la Franja, había zonas donde solamente podían acceder a una sola milla de la costa. Los ataques de la marina israelí sucedían sobre todo en los momentos de gran pesca, especialmente de sardina, que es lo que abunda aquí. Cuando hay momentos de gran pesca, cuando pueden aprovechar los pescadores, que es uno de los sectores más empobrecidos de Gaza, entonces disparan y los atacan. No sólo los atacan sino que los detienen, los llevan a Ashkelon, los sacan después hacia Gaza a través del paso de Erez después de interrogatorios muy duros en Israel, y también bombardean las barcas, rompen las redes, todo esto es dinero que los pescadores no tienen para reponer. De una barca pesquera pueden vivir mínimo unas veinticinco personas. Eso en el mar. En la Línea Verde, en el campo, tenemos cerca del 40% del territorio agrícola fértil de la Franja de Gaza al que no se puede acceder debido a la buffer zone, a la zona de no circulación impuesta unilateralmente por Israel, que está rompiendo tratados firmados por él anteriormente. 40% al que no se puede acceder, algunos agricultores salían por la mañana a recoger su trigo, sobre todo en abril y mayo. ¿Qué es lo que sucedía? Desde mi casa yo lo oía. Ráfagas de ametralladoras israelíes contra los agricultores. Eso prácticamente todos los días de cosecha, ¡todos los días de cosecha! Por eso vienen muchísimos activistas aquí para hacer de escudo humano. En el mar no pueden, pero aquí en tierra firme hacen de escudos humanos. Tierra y mar totalmente devastada, aunque ellos insisten. Siguen saliendo al mar a faenar, a sus campos a intentar recoger el máximo trigo posible. Esa es la resiliencia y la resistencia. El espacio aéreo, incluso ahora que es el primer día de cese al fuego de 72 horas, todavía está ocupado por drones israelíes, que son de dos tipos. Algunos tienen cámaras y filman el movimiento de cada una de las personas, todo lo que hacemos. Por eso que Israel haya bombardeado zonas no militares durante esta guerra es atroz porque sus drones sabían exactamente desde dónde se lanzan todos y cada uno de los cohetes, porque revisan dónde hay movimiento. El subterráneo, obviamente, no lo pueden grabar. También, de vez en cuando, oíamos durante la noche, sobre todo en la madrugada, bombardeos de drones. Esto desde que estoy aquí hace un año y siete meses. A veces he saltado de la cama porque no estábamos en medio de una guerra, por lo que te sorprende todavía más que haya un bombardeo cerca de casa por un drone. Hay dos tipos de drones: de vigilancia y de bombardeo y ataque.

Puerto de Gaza (Foto: Isabel Pérez)

Han pasado tres años desde la publicación del manifiesto “Gaza Youth Breaks Out”, en el que un grupo de estudiantes de la Franja mostraba de esta forma su hartazgo culpando a Hamas, a Israel, a Fatah, a la ONU, a Estados Unidos, etcétera, de la imposibilidad de una vida en libertad, de una vida con aspiraciones vitales más allá de sobrevivir un día más. La responsabilidad israelí está clara. ¿Qué responsabilidad tiene y ha tenido Hamas durante los años de bloqueo en ese ahogo vital que denunciaba este grupo de estudiantes? ¿En qué sentido se ha reprimido el escaso margen de decisión que tiene la población de Gaza? 

Hamas no tenía obviamente unas vías políticas muy desarrolladas. Hamas es un movimiento de resistencia en la Franja de Gaza y en Cisjordania. Ganaron las elecciones debido exactamente a eso, a que eran la resistencia. La gente estaba harta de los tejemanejes que llevaban entre sí el movimiento Fatah y la OLP. Estaba harta de que desapareciera dinero en ayudas, de que cualquier oportunidad de trabajo siempre la conseguía a través de enchufes, del hermano del primo de fulano, todo esto era así durante la época de Fatah en la Franja. La gente estaba harta, votó Hamas, salió vencedora en estas elecciones y Hamas no tenía muy bien desarrollada cuál iba a ser tu política. No lo ha hecho bien del todo, pero tengo que admitir que administrar ocho años de bloqueo tiene que ser muy duro, siempre y cuando no estén colaborando con Israel como el movimiento de Fatah y Mahmoud Abbas. Hay que tener en cuenta esas dificultades, pero sí es verdad que han fallado en muchas otras, que hubo muchas prohibiciones, sobre todo los dos primeros años que fueron prohibitivos para todo aquel que quisiera ondear cualquier otra bandera de cualquier otro partido. Eso estaba prohibido, sobre todo la amarilla de Fatah. Eso es una equivocación. Los jóvenes que protestaban hace tres años con ese manifiesto lo hacían frente a todo y tienen razón, estoy cien por cien de acuerdo. Hamas no es la solución, Fatah tampoco no es la solución, obviamente todo bajo el yugo israelí. Lo que es necesario ahora es la unidad de las facciones palestinas. Es lo que se estaba intentando hacer hasta que Israel estalló esta guerra contra la Franja de Gaza. El 2 de junio se anunció este Gobierno de Unidad Nacional que iba a formar un gobierno tecnócrata que al final no ha podido entrar en funciones porque, obviamente, no ha habido tiempo, y ahora está todo un poco revuelto, aunque lo están retomando. El mejor ejemplo que estamos teniendo ahora es en El Cairo. Ahí tenemos una delegación con todas las facciones representadas, incluida la Yihad Islámica, que no es una facción política. Es la única facción que no es política, ellos mismos lo dicen, sólo son combatientes, pero están también presentes. Por lo tanto, está sucediendo algo histórico y esperemos que logren levantar el bloqueo y que finalmente el gobierno de Israel acepte de una vez por todas las demandas, porque son derechos del pueblo palestino y así podamos vivir aquí con prosperidad, sería un gran paso para todos los palestinos. 

“¿Dónde están nuestros hermanos árabes?”. Este es uno de los lamentos más frecuentes de la población palestina. Egipto se ha erigido como principal instigador de la negociación, pero Egipto es corresponsable de que Gaza haya permanecido sellada y no se haya podido evacuar a la población civil estas semanas. Tú que creo que has vivido en Egipto, ¿tienes respuesta a esa pregunta? 

El pueblo árabe tiene muchísimos problemas ya de por sí con tantos levantamientos y revoluciones contra diferentes dictadores. Egipto no es solamente responsable, digámoslo, a un 80%, porque no ha abierto la frontera de Rafah ni ahora ni hace años -ya en la época de Mubarak no la abría constantemente, como debía haber hecho-, sino que también es supuestamente el garante de que los ceses al fuego entre la Franja de Gaza e Israel se cumplan. No ha hecho nada, absolutamente nunca ha condenado una violación de cese al fuego por parte de Israel, pero sí ha disparado contra pescadores palestinos que se acercaban al sur, a las costas de la Franja de Gaza en Rafah. Así que hay que poner en duda a Egipto y al resto de países árabes, sobre todo a la Liga Árabe. Pero también hay que dejar aparte al pueblo árabe, que no son los gobiernos ni las dictaduras árabes. El pueblo árabe está en su mayoría con el pueblo palestino. 

Ya sé que los periodistas no deben ser la materia de interés, pero llevas un año y siete meses allí. ¿Por qué no puedes salir? 

Digamos que soy ya una palestina más, vivo aquí. Entré por el paso de Rafah. Puedo salir, pero el problema es que no podría volver a entrar. Yo entré aquí a través de un túnel con la imposibilidad de utilizar un contrato de matrimonio, porque yo estoy casada en Gaza. Fue imposible entrar por vía legal, así que entré vía ilegal, como hubiera hecho cualquier persona, no hace falta ser valiente. En el túnel también vi familias de abuela, hijo, madre y padre entrar tranquilamente, despacito pero deprisa. Y después, obviamente, entré por la vía legal, por Rafah, después de hacer los papeles. Por eso mismo no puedo salir, porque sé que no podré volver a entrar hasta que esto se arregle, hasta que Rafah se abra más horas, no haga falta hacer malabares, no haga falta pagar sobornos a las autoridades, a los policías egipcios de la frontera. Y la verdad es que me niego a salir de aquí sin mi compañero. Si él no puede yo tampoco salgo, me parece injusto. Nosotros no somos un caso excepcional, hay muchísima gente que necesita salir mucho antes que nosotros, por ejemplo enfermos de cáncer. Así que eso es lo que tenemos

Carlos Pérez Cruz

sábado, 9 de agosto de 2014

Violencia que no explota

El tercer relato aborda la cuestión de cómo la violencia 
puede destruir la dignidad de una persona. Para recuperarla, esa persona 
empleará también, muy probablemente, la destrucción. 
(Jia Zhang-ke, director de la película “Un toque de violencia”)

Me contaba mi peluquero que, conversando con uno de sus clientes, salió el tema de Gaza. “Estos de Hamas son los que destruyen iglesias”, le escuchó decir. Que eso no sea cierto, no importa; que Israel haya destruido 63 mezquitas en lo que vamos de “Margen Protector”, es lo de menos; que haya víctimas cristianas en Gaza por ataques israelíes, menudencias. Es lo que tiene nuestra limitada y estereotipada visión del mundo, en la que marroquíes y palestinos son “moros” y los persas árabes.

Las cosas son a veces lo que parecen, sólo que en determinados casos la tozuda constancia de la realidad se tiene que enfrentar con una tozudez todavía mayor, la de nuestra incapacidad para (querer) comprender. Porque, claro, siendo Israel la autoproclamada única democracia de la región y siendo Israel un pretendido Estado judío (lo cual eliminaría de facto la condición ciudadana de ese 20% de palestinos israelíes y otras minorías no judías), ¿cómo va a hacer algo mínimamente parecido a lo que les hicieron a ellos? Obviando el pequeño detalle de que a una enorme cantidad de ciudadanos israelíes nada les hicieron (si acaso a los antepasados de una parte de su población) y que ellos sí hacen, cabría preguntarse qué tiene que ver con una democracia la ocupación ilegal de territorios, la práctica de políticas de apartheid, la construcción de un muro ilegal o el bloqueo y asedio de Gaza. Bombardear a la población civil, destruir barrios enteros (incluidas las 63 mezquitas) es precisamente lo que se espera del terrorismo que Israel dice combatir.

El cliente de mi peluquero es el mismo tipo de persona a la que sí, le parece una barbaridad lo que está haciendo Israel en Gaza…, para añadir acto seguido que esos de Hamas tiran cohetes. Que por qué los tiran, que si dejaran de tirarlos se acabarían los bombardeos y habría paz y no morirían más niños de esos que mueren bajo las bombas de Israel, aunque en realidad son los palestinos quienes los matan porque los usan como escudos humanos, y además Hamas lo que quiere es que sus hermanos, padres, primos, amigos, mujeres... mueran porque cuantos más palestinos muertos, mejor. Por supuesto Israel, que es muy demócrata (y ya sabemos lo sentidos que son los demócratas), lamenta mucho la muerte de esos niños, pero de verdad, que nada tienen que ver nuestras bombas, aunque esté documentado que a lo largo de los años muchos niños han sido objetivo de nuestras mirillas.

Es probable que si esos de Hamas dejaran de tirar cohetes Israel dejaría de lanzar bombas (aunque las estadísticas digan que la violación del alto el fuego entre noviembre de 2012 –“Plomo Fundido”- y julio de 2014 –“Margen Protector”- haya sido israelí por una abrumadora diferencia) y regresaría la ansiada paz. Es decir, Gaza podría volver al fin a disfrutar del bloqueo de su angosto terreno, lo que simplemente convierte la vida cotidiana en pura supervivencia y reduce las opciones personales y colectivas a ninguna. Eso, claro, no es violencia, de modo que los bombardeos de Israel son siempre en respuesta a los lanzamientos de cohetes, nunca éstos en respuesta al ahogo carcelario con el que Israel (con la inestimable colaboración de esa democracia sin mácula que es el Egipto de al-Sisi) somete a la población de Gaza. Eso no es violencia… porque no explota.

Hamas ha insistido por activa y por pasiva que si no se levanta el bloqueo no detendrá el lanzamiento de cohetes. Según el periodista Eugenio García Gascón, que lleva en la región desde 1991, “es una opinión extendida que si no lo consiguen con los cohetes no lo van a conseguir en la mesa de negociaciones, porque ya ha habido experiencias anteriores que lo han demostrado y ésta no va a ser una excepción. Ellos lo saben y por eso están resistiendo a pesar de las enormes pérdidas civiles que está causando esta guerra. Las pérdidas son incluso menores que las que causa el bloqueo permanente de la Franja de Gaza, que ya dura siete años”.

Siete años de bloqueo son muy difíciles de explicar en unas pocas líneas, y menos a través de mensajes en Twitter. Sin embargo, sirvan estos 20 tuits de Raquel Martí, directora ejecutiva de UNRWA España, para apuntar algunas de las condiciones de la (no) vida bajo bloqueo en Gaza.

  1. El bloqueo es un castigo colectivo, ilegal según la legislación internacional. 
  2. El bloqueo ha hecho colapsar la economía en la Franja de Gaza y reducir a la población a la dependencia de la ayuda humanitaria. 
  3. El bloqueo impide la reunificación familiar, volver a reencontrar familiares y amigos. 
  4. El bloqueo ha impedido actualizar conocimientos a profesionales de Gaza, al no poder cursar cursos especializados en otros países. 
  5. El bloqueo ha impedido a muchos doctorando ir a cursar estudios de pre y post doctorado a universidades extranjeras. 
  6. El bloqueo ha impedido a muchos enfermos recibir tratamiento médico especializado fuera de Gaza. 
  7. El bloqueo impide sobrevivir a 40.000 personas que dependen de los recursos pesqueros. 
  8. El bloqueo impide a los pescadores faenar en el 85% de las aguas territoriales de Gaza 
  9. El bloqueo impide cultivar en el 35% de las tierras agrícolas de Gaza. 
  10. El bloqueo impide reparar la planta de aguas residuales. Se vierten 90.000 m3 de aguas residuales diarias al Mediterráneo. 
  11. El bloqueo ha dejado a los hospitales sin medicamentos esenciales y suministros médicos. 
  12. El bloqueo impide la entrada de combustible para la central eléctrica, reduciendo a 4 y 8 horas de electricidad antes de la ofensiva. 
  13. El bloqueo limita la entrada de gas necesario para poder cocinar en los hogares. 
  14. El bloqueo limita la entrada de tecnología y maquinaria. 
  15. El bloqueo prohíbe la entrada de materiales de construcción. Son denominados de “doble uso”, civil y militar. 
  16. El bloqueo dilata en el tiempo los proyectos de construcción/reconstrucción de escuelas y hospitales de UNRWA aprobados por Israel. 
  17. El bloqueo impide la libre circulación de bienes y mercancías necesarias para la vida y el comercio.
  18. El bloqueo priva de derechos y desprotege a la población. 
  19. El bloqueo impedirá la reconstrucción de Gaza y condenará a la población a la absoluta pobreza. 
  20. El bloqueo privará de futuro a los 1,8 millones de habitantes de Gaza
Y ahora, si quieren, hablamos de cohetes.

Carlos Pérez Cruz

lunes, 4 de agosto de 2014

Eugenio García Gascón: “La ofensiva en Gaza ha costado menos vidas que los siete años de bloqueo israelí”

Eugenio García Gascón (Barcelona, 1957) es el decano de la prensa española en Jerusalén, donde reside desde 1991, y desde donde ha ejercido de corresponsal para diversos medios. El año pasado presentó el libro La cárcel identitaria, un dietario del conflicto árabe-israelí. Durante una parte de la actual ofensiva de en Gaza, bautizada por Israel como 'Margen Protector', García Gascón ha estado informando desde la Franja sobre la red de túneles que Israel busca destruir o sobre los colaboracionistas palestinos con el ejército ocupante. Entrevista que puedes escuchar en nuestro podcast o leer aquí en su transcripción.

Eugenio García Gascón en Gaza (Fotografía: Mikel Ayestarán)



Dado que el periodista no debe ser la noticia, sino quien nos las haga llegar, suele ser mala noticia cuando lo es. La periodista de TVE, Yolanda Álvarez, ha sido acusada por la portavoz de la embajada israelí en España de ser “correa de transmisión de Hamas”. ¿Cómo lo interpretas? 

Es una presión más. Después de todo lo que está sucediendo en la Franja de Gaza, después de los bombardeos indiscriminados contra civiles que se producen a diario desde el día 8 de julio, es natural que se produzca cierto nerviosismo entre las personas que trabajan para Israel, especialmente fuera del país, y que tienen la obligación de defenderlo. Quizá no les ha gustado ver lo que está pasando realmente en Gaza, pero Yolanda no tiene ninguna culpa de lo que sucede, simplemente lo transmite. 

Según Reporteros Sin Fronteras, “Israel intimida a los periodistas españoles destacados en Gaza”. Añaden que “la Embajada de Israel en España mantiene una perpetua actitud de intimidación a los periodistas españoles”. Lo esperable es que el medio defienda su independencia y la independencia de sus periodistas, pero en estos días hemos asistido hasta a cuatro modificaciones del titular de un mismo artículo en un periódico –que cambiaba obviamente el sentido de la información-, o en otro se publicaba desde Tel Aviv, y sin pruebas, una doble página bajo la premisa de que Hamas utiliza escudos humanos. ¿Son cooperadores por intimidación o los hay voluntarios? 

Se dan los dos casos. Sobre Oriente Medio, sobre el conflicto árabe-israelí, hay mucha información, pero hay más desinformación. Estos casos que comentas forman parte de la desinformación. En algunos casos se hace de manera inocente, en otros de forma deliberada. Habría que ver el background de cada caso para determinar si es voluntario o involuntario. En general se puede decir que, sobre este conflicto, hay más desinformación que información en los medios de comunicación. Es cierto que muchas veces hay autocensura, porque el periodista sabe que una crónica crítica con la situación puede traerle problemas en algunas cosas y los evita autocensurándose. 

Israel, que impide a los periodistas israelíes entrar en Gaza, intentó que los periodistas internacionales salieran de la Franja y les advirtió de que Hamas los utiliza frecuentemente “como escudos humanos”. ¿Has sido utilizado como escudo humano o te consta que cualquier otro periodista lo haya sido en alguna ocasión? 

En absoluto, pero es cierto que los israelíes han dicho que nos convierten en escudos humanos. Yo no me he sentido en ningún momento escudo humano, he ido a los lugares que me parecía que tenía que ir y que consideraba que no revestían mucho peligro, y no me he considerado jamás un escudo humano. Creo que forma parte de la desinformación y de la propaganda. Yo no lo he sentido nunca, pero tampoco creo que ninguno de los compañeros que conozco haya sido escudo humano o lo hayan convertido en escudo humano en Gaza. Desde luego no comparto esa opinión. 

¿Hay alguna dificultad, obstáculo, impedimento específico que Hamas haya puesto a la prensa en Gaza durante los días en que has trabajado allí? 

Que yo sepa, no. Hubo un incidente en el que Hamas recomendaba a dos periodistas extranjeros que salieran de la Franja porque, según Hamas, estaban pasando información sobre situación de objetivos que podría atacar la aviación israelí. La verdad es que no he conocido el caso, he oído que ésto se ha producido, pero no tengo datos fiables respecto a quiénes son los periodistas. Sé que eran europeos, pero no sé si es simplemente un rumor de tantos que circulan durante el conflicto o si tiene una base real. 

No hacerse responsable de la seguridad de los periodistas es una violación de sus obligaciones, también una forma de intimidación. Incluso en medios como ‘The New York Times’ se ha hablado de censura previa por parte de los militares israelíes respecto a determinadas informaciones, sobre todo las referidas a lo que durante horas se consideró había sido la captura de un soldado a manos de Hamas. ¿Qué dificultades pone Israel al desempeño del trabajo de los periodistas?

Yo no los he recibido pero, cuando estábamos en Gaza, compañeros míos recibieron mensajes del ejército diciendo que no salieran del hotel al día siguiente o por la noche porque podía ser peligroso, y al día siguiente resultaba un día normal. Supongo que tratan de influir para que la información que produzcas no sea muy dañina para Israel, para los bombardeos, para la guerra que llevan a cabo en la Franja de Gaza. Después de haber vivido aquí más de veinte años, me parece que no hay que conceder mayor importancia a todas estas injerencias del ejército o del gobierno israelí, hay que trabajar e ignorar en la medida de lo posible todo este tipo de advertencias, comentarios y amenazas más o menos veladas que se producen. Lo mejor es ignorarlas. 

Has estado en Gaza durante varios días del ataque israelí, las sensaciones que transmitís quienes habéis entrado son demoledoras. Desde quien compara con su experiencia en el terremoto de Haití a quien encuentra paralelismos con la destrucción de cuatro años de guerra en los Balcanes, aquí cometida en apenas unos días. ¿Con qué sensaciones has vuelto de Gaza? 

Me han golpeado bastante las visitas que he hecho a hospitales, ver cómo llegaban continuamente ambulancias cada treinta segundos, cada minuto, cargadas de heridos. Una muy buena parte de ellos eran niños, otra parte mujeres, a veces en estado de desesperación, a veces muertos. Esto realmente es duro, porque sabes que el bombardeo que está llevando a cabo Israel en la Franja de Gaza es absolutamente indiscriminado. Es cierto que en algunos casos disparan contra milicianos, pero la inmensa mayoría de los heridos y de los muertos que he tenido ocasión de ver en los hospitales eran civiles. Esto golpea mucho. Esta sensación la comparten también compañeros míos de todos los países que han vivido algunos días en Gaza durante esta guerra. 

Las cifras de muertos y heridos civiles son insoportables, aunque Israel asegura hacer todo lo que puede por evitarlas. Israel se escuda en que Hamas utiliza a la población como escudo humano. ¿Tienes constancia directa o por testimonio de compañeros sobre el terreno de que Hamas utilice a la población de Gaza como escudo humano? 

No, pero hay que precisar lo siguiente. Por ejemplo, yo estaba alojado en un hotel al lado de la playa en la ciudad de Gaza que tenía un solar por la parte sur y un solar por la parte norte. Los milicianos utilizaban a veces esos solares –grandes, como diez o quince campos de fútbol, especialmente el del sur del hotel- para disparar cohetes. La marina o la aviación israelí bombardeaba estos solares. Esos solares estaban al lado del hotel, pero es que la inmensa mayoría de la Franja de Gaza está muy poblada, de manera que los milicianos, que utilizan muchos solares para disparar sus cohetes, lo hacen cerca de edificios que pueden ser incluso hospitales. Esto no justifica, desde luego, el ataque indiscriminado que hay contra todo lo que se mueve. Y no sólo alrededor de los solares, porque había veces que no había ningún lanzamiento y también bombardeaban. Es decir, era un bombardeo indiscriminado. Es cierto que los milicianos no avisan al ejército desde dónde van a disparar y que utilizan las zonas urbanas para disparar. Si Israel considera que esto es utilizar escudos humanos… No sé, puede que alguien lo considere así. Yo personalmente no lo creo. 

Miles de víctimas mortales entre los civiles, de ellas cientos de muertos son niños. ¿Es la población civil objetivo de los ataques israelíes? 

Conviene recordar aquí lo que ocurrió en el sur de Líbano en 2006. La guerra de Líbano, también en verano, causó una destrucción civil enorme. Desde gasolineras, pasando por aeropuertos, puentes, hubo 1300 muertos, de los cuales la inmensa mayoría eran civiles. Hubo un general israelí, el general Gadi Eizenkot, que definió la que se llama la “doctrina Dahiya”. Dahiya es el barrio del sur de Beirut que fue completamente arrasado por las bombas, un barrio civil. Esta “doctrina Dahiya”, que hoy está en los manuales militares de todo el mundo, consiste en castigar a la población civil, matar y herir a cuantos más mejor, destruir las más infraestructuras civiles posibles, todo para conseguir que los líderes políticos cambien de opinión. Es una doctrina elaborada en Israel. Esta misma doctrina es la que se ha aplicado en la Franja de Gaza. Yo he estado, por ejemplo, en el barrio de Shujayya, en el Este de la ciudad de Gaza, que ha sido horriblemente arrasado. Las fotografías que se ven de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial son poca cosa comparadas con cómo han quedado extensas zonas de ese barrio, prácticamente hechas polvo. Lo que ha hecho Israel es aplicar esa “doctrina Dahiya” a la Franja de Gaza y ha causado la mayor destrucción que ha podido. 

Las imágenes de niños muertos o heridos han conmocionado a muchos, pero no es la primera vez que Israel mata o hiere a niños, incluso están documentados casos en los que niños parecen haber sido objetivo expreso, que no víctimas colaterales, de la mirilla de los soldados. 

Esta mañana [la conversación tiene lugar durante la mañana del lunes 4 de agosto] había 398 muertos. Es decir, 400 niños muertos. Es una cifra muy elevada, estamos alrededor de los 1800 muertos en general. Significa que de cada cuatro muertos, uno es niño. Hay más de 250 mujeres muertas, ancianos, hombres de todas las edades… Lo que se trata es de aplicar la “doctrina Dahiya”, de destruir lo más posible y causar más miedo entre la población civil para que sus líderes, los líderes de las milicias palestinas, dejen de disparar cohetes contra Israel. Esto seguramente podría ser considerado un crimen de guerra, pero Israel lo ha hecho otras veces y nunca ha pasado nada. Como decía ayer un medio árabe, la Corte Internacional de Justicia es para negros y morenos, porque a los rubios no se les aplica la ley internacional. Se les aplica a los serbios y se les aplica a los africanos, pero desde luego las veces que esto ha ocurrido con anterioridad, [los israelíes] han quedado impunes y yo creo que Israel está convencida de que esta vez también va a quedarlo. 

Hablando de casos anteriores que nos permitan entender que esto no es una casualidad, que no es la primera vez que los niños son víctimas directas, creo que durante la Segunda Intifada llegaste a ver en un hospital a niños que llegaban con la misma herida en el hígado causada por francotiradores. Es decir, niños disparados ex profeso en una misma parte de su cuerpo. 

Fue en el campo de refugiados de Al Bureiy, en la Franja de Gaza. Recuerdo que iba con un periodista de ‘The Guardian’ y con un periodista italiano de ‘La Repubblica’ y entramos de forma accidental en una zona militar cerrada. Vimos a soldados apostados en la tercera planta, en tejados de casas, disparando contra niños de seis, siete y ocho años en el mismo punto, en la parte derecha de la cintura. Llegaban a la clínica que había a pocos metros heridos de la misma forma. Son cosas que pasan continuamente, pero no se denuncian o si se denuncian caen en saco roto o el ejército dice que abre una investigación que luego se cierra como se ha abierto. Todo esto queda impune, hay una impunidad muy grande en todo lo que respecta al ejército israelí. Igual que en los últimos días hemos visto cómo el ejército ha bombardeado siete escuelas de las Naciones Unidas en la Franja de Gaza, repletas de refugiados. La última ayer, donde había 3300 refugiados que habían huido de sus casas. El ejército les había dicho que se quedaran en sus casas encerrados y empezó a bombardearlas. La gente había salido y había ido a las escuelas de la ONU pensando que, al ser escuelas de la ONU, no serían atacadas. Fueron atacas, ayer hubo diez muertos, y esto ha ocurrido ya siete veces en lo que va de conflicto desde el 8 de julio. Son cosas que se saben y que no tienen trascendencia después. Es cierto que el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ha dicho que es una “salvajada moral”, pero Israel está perfectamente convencida de que no va a pasar nada y no van a llegar a ninguna parte las acusaciones de crímenes de guerra que reciban después. 

Según Uri Avnery [veterano periodista y antiguo diputado israelí], Israel ha ido variando sus objetivos a lo largo de estas semanas. Primero fueron los cohetes, después los túneles. “Si la conveniencia política lo exige, puede que mañana haya otro objetivo de guerra. Éste se aceptará en Israel por aclamación unánime”, afirma Avnery. Da a entender que primero se dispara y después se le da un objetivo a ese disparo, un marco de justificación. ¿Tiene algún fundamento sólido, de necesidad imperiosa y vital, esta ofensiva militar sobre Gaza? 

No. En resumidas cuentas, es una situación que se ha producido por la permanencia de las tropas israelíes en los Territorios Ocupados de Cisjordania. Ahí ha sido donde ha saltado esta vez la chispa y se ha extendido a Gaza. Ahora Hamas trata de reabrir los pasos que hay entre la Franja e Israel y entre la Franja y Egipto, para que las personas puedan circular, para que los bienes y las mercancías puedan circular. Y en ese pulso estamos. Israel no quiere abrir los pasos y Hamas va a seguir tirando cohetes hasta que no termine el bloqueo de la Franja de Gaza, que ya dura siete años. Esta es la situación en estos momentos. Hay un pulso político que vamos a ver cómo se resuelve. Hamas insiste en que mientras siga el bloqueo no va a parar. El bloqueo es inhumano. También podría alegarse que el número de gente que está muriendo en Gaza estos días, desde el 8 de julio, 1800 personas, probablemente sea menor que la gente que ha muerto a causa del bloqueo durante estos siete años. Desde luego, el daño que se ha hecho a 1’8 millones de habitantes ha sido muy grande en todos los aspectos de la vida. Hamas va a seguir, al menos esto es lo que dice, hasta acabar con el bloqueo e Israel va a intentar lo posible para que esto termine sin levantamiento de bloqueo. A ver cómo termina el pulso. 

Retirada de las tropas israelíes de Gaza. Final del bloqueo de Gaza, incluyendo la libertad de movimiento de personas y bienes a través de los pasos fronterizos. Liberación de presos, incluidos miembros del parlamento. Reconstrucción de Gaza. Reconstrucción del aeropuerto y puerto de Gaza para asegurar la conexión con el mundo. Asegurar los derechos de pesca de los pescadores… Son condiciones que los palestinos han presentado a los mediadores egipcios. ¿En qué sentido estas peticiones ponen en riesgo la existencia de Israel? 

En ningún sentido. Lo que está ocurriendo en Gaza forma parte de la política continua de humillación de los palestinos, no sólo en la Franja de Gaza, también en Cisjordania. Cisjordania es una balsa de aceite, no está pasando nada desde hace 10 años. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, colabora muy estrechamente con Israel en temas de seguridad. En Cisjordania no se mueve nada sin que lo sepa Israel. Es decir, está haciendo todo lo que le pide Israel y, sin embargo, las colonias judías siguen creciendo día a día e Israel sigue desplazando más población judía a los Territorios Ocupados. Eso forma parte también de la humillación que es, en esencia, la política israelí hacia los palestinos. 

Entre la operación ‘Pilar Defensivo’ en noviembre de 2012 y hasta el inicio de este ‘Margen Protector’ que todavía está en marcha, Israel habría violado hasta en cerca de 200 ocasiones el alto el fuego firmado, mientras desde Gaza se habría violado en aproximadamente 75 ocasiones, teniendo en cuenta además que en este lapso de tiempo en Gaza ha seguido el férreo bloqueo israelí, que cumple ya siete años. Cifras que sorprenden cuando quien dice tener derecho a defenderse es quien más veces habría violado el acuerdo.

Sí, pero para defender esta política de humillación se utiliza también mucho el cinismo, y los dirigentes israelíes son expertos en cinismo. Estos datos reflejan simplemente el cinismo de los dirigentes israelíes que tienen más acceso a los medios de comunicación occidentales, especialmente de Estados Unidos, y que los utilizan en su propio beneficio, faltando muchas veces a la verdad. 

Ahora que mencionas a los medios de comunicación internacionales, especialmente los estadounidenses. ¿Es la primera vez en que realmente se está filtrando una sensación de hartazgo hacia la política de Israel? O esto es algo habitual cuando se producen matanzas de este nivel y después se vuelve al statu quo habitual. 

He oído muchos comentarios en este sentido de que esta vez la gente está cansada, pero también se ha dicho en ocasiones anteriores. Lo cierto es que Israel ha vuelto a tropezar en la misma piedra y ha insistido en no evacuar los Territorios Ocupados de colonos y de tropas. Cuando esto termine, Israel volverá a lo de siempre. La cuestión es que los palestinos no van a resolver este conflicto porque no pueden e Israel no lo va a resolver porque no quiere. La única que lo puede resolver es la comunidad internacional y, sin embargo, tampoco quiere resolverlo. O hay un cataclismo muy importante o esto va a seguir en la misma línea que hasta ahora. 

Los palestinos no pueden, los israelíes no quieren. En todo caso, ¿de qué son responsables los palestinos en este momento, año 2014, respecto a su situación actual? 

Los palestinos pueden hacer poca cosa y de poca cosa son responsables. En teoría, la ley internacional les protege para que puedan resistir frente a la ocupación. En Gaza la están haciendo esporádicamente, en Cisjordania nunca, aunque la ley internacional les da derecho a resistir. En una parte, en Gaza, resisten de tanto en tanto, y en otra parte, Cisjordania, no resisten nunca y ni en un sitio ni en otro consiguen sus objetivos. No sé qué deberían hacer para conseguir sus derechos. Como comentaba antes, no depende de ellos, depende de la comunidad internacional, que no tiene un gran interés en resolver este asunto. 

Has escrito en varias ocasiones que lo que Hamas no consiga en estos días de hostilidades no lo va a conseguir en una mesa de negociación posterior. Es lo que yo denomino “el dilema gazatí”. Terrible dilema: la sumisión no parece garantizar más que la rebeldía. 

Esto es algo que creo que han entendido los dirigentes de Hamas y por eso esta vez están manteniéndose fuertes a pesar de los 1800 muertos, de los 9500 heridos: no van a dejar de disparar cohetes hasta que se levante el bloqueo. En mi opinión, y es una opinión extendida, si no lo consiguen con los cohetes no lo van a conseguir en la mesa de negociaciones, porque ya ha habido experiencias anteriores que lo han demostrado y ésta no va a ser una excepción. Ellos lo saben y por eso están resistiendo a pesar de las enormes pérdidas civiles que está causando esta guerra. Las pérdidas son incluso menores que las que causa el bloqueo permanente de la Franja de Gaza, que ya dura siete años. 

Eugenio García Gascón en Jerusalén

La joven activista israelí Elizabeth Tsurkov defiende que el hecho de contar con la protección de la ‘Cúpula de Hierro’ debería hacer que Israel no “sobreactúe” de la manera en que ella considera que lo está haciendo. Esos cohetes no habían matado a nadie en años anteriores. Los cohetes fueron el primer objetivo confeso de esta operación, después se dio el de los túneles. Los túneles han sido vía de entrada de alimentos y materiales que han permitido eludir estos años, en la medida de lo posible, el bloqueo israelí. También han sido los que han permitido la entrada de armamento. ¿Qué los ha convertido en una prioridad urgente para Israel? 

Los túneles comenzaron hace muchos en el sur de la Franja de Gaza, entre la parte palestina de Rafah y la parte egipcia. Estos túneles tenían cientos de metros, a veces kilómetros, iban de una parte de esta ciudad que está en la zona de Gaza a una parte que está en la de Egipto. Esos túneles se construyeron básicamente para que entraran productos que Israel no permitía que entraran. Después se utilizaron también para el tráfico de armas, pero la idea inicial era comercial. ¿Qué ha pasado ahora? Esos túneles están casi todos destruidos por Egipto, desde que al-Sisi dio el Golpe de Estado hace un año. Lo primero que hizo fue destruir esos túneles, algo que no se había atrevido a hacer Mubarak, lo que indica la sumisión de al-Sisi a la política israelí, fue su primera acción. Lo que ha pasado ahora es que Hamas está utilizando los túneles de manera ofensiva. Ha creado al menos una treintena de túneles entre la Franja de Gaza e Israel, túneles que tienen varios kilómetros y que son complejas redes de túneles, que acaban, que tienen bocas, en la parte israelí y por donde los milicianos entran y sorprenden por la espalda a los soldados que están en el frente, en la frontera con Gaza. Esto es lo que Israel dice que es intolerable ahora mismo y es la explicación que ha dado para justificar, al menos en parte, la invasión de Gaza. Israel dice que ha acabado con una treintena de estos túneles y que ha cumplido la misión. No sé, quizá Hamas construya ahora más túneles o veremos lo que ocurre. El elemento nuevo es ese, que ha habido unos túneles que han entrado en Israel. Realmente el primer túnel que entró en Israel se utilizó en el año 2004, es decir, hace diez años, pero nunca se había hecho con tanta intensidad como la que ahora se está haciendo. 

Quienes mantienen una posición de, llamémoslo, equidistancia, dicen que ésta es una cuestión muy complicada, que el conflicto árabe-israelí es sumamente complicado, que no se puede resumir con sencillez. Hay un resumen de alguien a quien conoces bien, el periodista Joan Cañete, que hace unas semanas publicaba un artículo en ‘El Periódico de Catalunya’, antes incluso de que comenzara esta operación llamada ‘Margen Protector’, titulado “Todos son víctimas de la ocupación”. ¿Compartes reflexión? 

Sí, sin duda, también lo creo. La ocupación es realmente horrible, es muy difícil imaginarse lo que es la vida cotidiana en la ocupación, especialmente cuando en la Franja de Gaza hay un bloqueo. Ves una pobreza enorme, un desempleo astronómico, la gente apenas tiene para comer. Cuando estuve en Gaza fui a un supermercado y pregunté por los precios –todos los precios han subido, son caros, mucha gente no trabaja, no puede comprar-, y me comentaba el dueño: “Mira, si vienes por la tarde, hacia las siete o las ocho, verás a mucha gente que está comprando en este supermercado bolsas de comida para repartir de forma anónima a otra gente”. Es algo que se hace mucho, se va al supermercado, se compra un paquete con mucha comida y se hace llegar de forma anónima a una familia pobre. Esto es moneda corriente en la Franja de Gaza, especialmente en estos días de la ofensiva que han coincido con el mes de Ramadán. Realmente las condiciones de la ocupación son terribles y es algo con lo que hay que acabar y la comunidad internacional no ha hecho nada para acabar con ello. De vez en cuando lo ha criticado, es cierto, pero no ha movido un dedo y esperemos que lo que está ocurriendo en Gaza sirva para poner fin a este terrible bloqueo que hace tanto daño a 1’8 millones de civiles. 

Estás de vuelta, has salido de Gaza. En Israel las encuestas muestran un apoyo masivo, próximo a la unanimidad norcoreana, de la población judía de Israel al ataque a Gaza. Se ha acosado con violencia en Tel Aviv a los manifestantes que se han opuesto a la guerra y el ambiente permite excesos mediáticos como un artículo (después retirado) que justificaba el “genocidio” en Gaza, otros que consideran que no hay que tener en cuenta las reacciones mundiales. Por sus excesos verbales, por el grado de intimidación física, por la belicosidad compartida, me recuerda a algunos de los momentos más terribles de la historia del siglo XX. ¿Te ha sorprendido o ya has vivido situaciones semejantes

Creo que forma parte de la situación de aquí. Digamos que desde niño, desde que estás en el jardín de infancia, llegan soldados a tu guardería y los maestros te los presentan como héroes. Ellos les explican lo que hacen e incitan a los niños a imitarlos. Esto cuando tienen tres y cuatro años de edad, pasa en todas partes. Y desde esa edad en adelante, el bombardeo de información en esa misma línea es enorme. Todo el mundo lo experimenta, de manera que no puede sorprender que la gente esté ahora mismo a favor de la guerra. Anoche estaba viendo el informativo del Canal 2 de la televisión hebrea y se hizo una encuesta sobre la popularidad del Primer Ministro Benjamin Netanyahu inmediatamente después de que se conociera que el ejército estaba saliendo parcialmente de Gaza. La encuesta mostraba que el 62% de los israelíes apoyaban ayer a Netanyahu. Ese apoyo fue del 82%, veinte puntos más, cuando empezó la ofensiva terrestre. Quiero decir, es natural que, cuando la gente se cría y desarrolla en un clima bélico, en el que las televisiones y las radios no hacen más que entrevistar a militares en tiempo de paz o en tiempo de guerra, todo este clima contribuya a que la gente sea muy militarista. A mí no me extrañan los datos de estas encuestas donde se ve que la inmensa mayoría de los israelíes quiere dar más caña a Gaza. No me sorprenden, forman parte de la sociedad tal y como es la sociedad israelí. 

Ya has mencionado la destrucción de túneles en Rafah del gobierno egipcio de al-Sisi tras el Golpe de Estado, incluso Netanyahu habla de un nuevo escenario de colaboración con los países árabes con Israel. Es una pregunta que se hacen muchos ciudadanos de Gaza en estos días: “¿Dónde están los países árabes?”. ¿Dónde están? 

Están desaparecidos o casi diría que en la otra línea del frente. Es el caso de Egipto, por ejemplo. La primera decisión que tomó el general al-Sisi desde el Golpe de Estado del verano pasado fue, como he dicho, destruir cientos de túneles que comunicaban la Franja de Gaza con Egipto. Esa fue la primera decisión. Sisi ha tenido siempre muy buenos contactos con israelíes y los israelíes le han recompensado su buena voluntad para con ellos haciendo lobby a favor de Sisi en Estados Unidos. Es una dependencia conocida y, por lo tanto, no debe extrañar nada la actitud de Egipto respecto a los palestinos. En cuanto a Arabia Saudí, por ejemplo, es cierto que hace tres días el rey Abdalá condenó los excesos de Israel en la Franja de Gaza, pero lo cierto también es que Arabia Saudí e Israel tienen objetivos comunes que son la lucha contra Irán y la lucha contra los chiíes en Oriente Medio. Por eso resulta que los saudíes no denuncian como deberían ni hacen lo que deberían hacer para acabar con una situación así. Y esto que hemos dicho de Egipto y Arabia Saudí lo podríamos decir de la inmensa mayoría de los países árabes de Oriente Medio. 

A un periodista no hay que exigirle vaticinios sobre qué nos deparará el futuro pero, por tu larga experiencia en la zona, ¿tienes una idea aproximada de qué nos espera en próximos tiempos respecto a la situación sobre el terreno? 

Creo que todo va a seguir igual excepto si la comunidad internacional actúa con energía. Pero como esto no está a la vista, si no se produce una intervención muy enérgica de la comunidad internacional, dentro de muy poco tiempo volveremos a estar en una situación similar.

Carlos Pérez Cruz