lunes, 20 de octubre de 2014

Gervasio Sánchez: "Israel practica apartheid y terrorismo de Estado"

Especializado en la cobertura de conflictos y postconflictos, el periodista Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) pone sus fotografías al servicio del último informe del Comité Nacional de UNRWA España, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina. La amplia experiencia profesional de Sánchez -su primer viaje a Israel y Palestina data de 1982- nos permite obtener una visión general de la evolución de la situación sobre el terreno del pueblo palestino. Su demostrada libertad crítica nos ofrece igualmente una buena oportunidad para analizar la cobertura de los medios de comunicación.



Gervasio Sánchez durante la entrevista



Más de treinta años de viajes a Palestina e Israel. Si Gervasio hiciera una proyección en el tiempo del desarrollo de la ocupación, ¿qué fecha le pondría fecha a la desaparición del territorio palestino? 

Es muy difícil que la ocupación acabe si los que ocupan no tienen ningún interés en que finalice. En los últimos años, Israel sabe que la ocupación le viene también muy bien para desviar la atención de problemas graves que existen en el país. La ocupación se va manteniendo y gracias a ello Israel tiene más tierra. La forma de tratar a los palestinos, construyendo cada vez más kilómetros del muro, comiéndose cada vez más territorio palestino… El día en que haya que negociar igual hay que hacerlo con una tierra troceada en mil pedazos. 

Siempre se alaba la capacidad de resistencia de los palestinos pero toda resistencia tiene un límite. ¿Has observado con el tiempo un desfallecimiento de la resistencia? ¿Una mutación en su manera de expresarse? 

Los palestinos se han acostumbrado a vivir en estas circunstancias extremas. Te impresiona muchísimo que los críos vayan al colegio sabiendo que cuando lleguen a casa no van a tener luz -como pasa en Gaza donde solamente hay una media de cuatro horas al día de luz-, sabiendo que pueden ser bombardeados en cualquier momento, sabiendo que van a escuchar durante la noche los drones que dan vueltas y vueltas por todo el territorio de Gaza y también en algunas zonas de Cisjordania. Su capacidad de resistencia me impresiona de verdad, que sean capaces de vivir generación tras generación como refugiados -la mitad de la población palestina tiene estatus de refugiada- y al mismo tiempo, que construyan una vida, una familia, se defiendan en los estudios, sean capaces incluso de ganar premios en concursos internacionales. Tienen una capacidad brutal para la supervivencia, es algo verdaderamente admirable. Creo que eso es lo que te permite seguir confiando en que algún día haya la posibilidad de que un Estado palestino independiente permita que esta gente, que ha crecido en medio de la desolación, tenga el Estado mejor posible.

Familia Marsi (Fotografía: Gervasio Sánchez)

Risas y sonrisas. Aparecen por doquier en las fotografías que ilustran el último informe de UNRWA para el que has trabajado. ¿Sonríen o les induces a la sonrisa? 

Lo que yo quería hacer con este informe era evitar caer de nuevo en la depresión viendo desastres de la guerra. Ahora vas a Gaza y, conque te dediques solamente a fotografiar los lugares donde se ha producido la destrucción, vuelves totalmente destrozado. No me extraña para nada que el otro día Ban Ki-moon hiciera las declaraciones que hizo. Cuando ves sobre el terreno lo que está pasando, es muy difícil poder asimilarlo de una manera cínica. Es uno de los problemas graves de la diplomacia, no ir a los sitios a meter los pies en el barro y a darte cuenta de cómo está viviendo la población. A la UNRWA le planteé que no quería entrar en este tipo de trabajos que te deprimen sino buscar otro tipo de historias. A ellos les pareció muy interesante y de hecho buscamos estas historias en donde los chicos y las chicas, los protagonistas, en su mayoría muy jóvenes, algunos incluso adolescentes, niños, son tan naturales en su manera de actuar que no hace falta ni obligarles a que cambien el rumbo, simplemente con seguirles te vas encontrando cómo son en las escuelas, en sus casas, cuando caminan hacia ellas y regresan con su familia. 

En el caso palestino se suele incidir en mostrar lo trágico. Tengo una amiga en Cisjordania que siempre recuerda que los palestinos también viven, ríen… Quizá falta mostrar eso para humanizarlos más de lo que humaniza la destrucción y el dolor, ¿no? 

Es evidente que la tragedia palestina se ha desarrollado en medio del fragor de la batalla, de las bombas, de la ocupación permanente… ¡También en medio de los errores palestinos! Creo que el terrorismo palestino ha hecho mucho daño a la causa palestina. El día a día es más cercano a lo que yo muestro en este pequeño informe con mis fotografías. Lo más importante es lo que se dice, el informes es magnífico, está muy actualizado. Lo que muestran las fotografías es algo más cercano a la realidad que las propias bombas. Hay bombas pero no hay todos los días bombas, ¡por suerte! Si hubiese todos los días bombas sería imposible… 

Eso sucede, sobre todo, en el caso de Gaza, que en ese sentido es el foco más castigado. 

Exactamente. Este último verano han sido sesenta días, dos meses, de bombardeos permanentes, de destrucción permanente, apocalíptica, de muertos civiles, una cuarta parte de los muertos son niños, mujeres, civiles en su mayoría. Ha habido un uso desproporcionadamente brutal por parte de Israel y de sus fuerzas armadas, pero el día a día cotidiano de cada muchacho y muchacha, hombre o mujer de Gaza y Cisjordania, tiene más que ver con lo que yo muestro aquí que con ese conflicto que lleva 70 años en la zona. 

El muro ilegal (Fotografía: Gervasio Sánchez)

Más de treinta años de viajes a Palestina. La irrupción del muro en la última década fue un elemento visual nuevo. ¿Qué matices captas entre las fotografías que pudiste hacer en tus primeros viajes y las que has realizado recientemente? 

La primera vez que estuve en Palestina y en Israel fue en septiembre de 1982, dos semanas después de Sabra y Chatila. Entonces la sociedad israelí estaba conmocionada por ello, había un gran debate entre los judíos, entre los israelíes, sobre lo que habían hecho sus fuerzas armadas, con la brutalidad, la permisividad con los asesinatos de civiles palestinos, cosa que hoy en día no ocurre. La violencia contra Palestina se vive de manera indiferente en la mayoría de la sociedad israelí, eso es lo más grave para mí y lo más doloroso de todo lo que ocurre. 

Las encuestas han sido terribles este verano con porcentajes de apoyo por encima del 80%. 

Sí, pero tú puedes apoyar que destruyan unos túneles, que bombardeen unas casas, pero a lo que tú no puedes ser indiferente es al dolor ajeno, porque cuando eres indiferente al dolor ajeno tu futuro dolor o tu pasado dolor puede resultar maltratado, por decirlo con palabras tibias. Un pueblo que ha sufrido tanto con el horror que le han dedicado otros pueblos debería ser mucho más sensible al dolor ajeno. No se puede justificar la violencia contra un pueblo porque haya actuaciones terroristas, porque por esa regla de tres nadie se salvaría. Los propios judíos han tenido a lo largo de su historia grupos terroristas que hicieron auténticas atrocidades, incluso antes de la fundación del Estado de Israel, que han hecho terrorismo de Estado en algunas ocasiones, y por eso uno no puede decir que todos los judíos son terroristas ni mucho menos, como no todos los palestinos son terroristas. En aquel tiempo, aparte de la conmoción que provocaban este tipo de situaciones en la sociedad israelí, tú podías llegar a Gaza desde Be'er Sheva, visitar a los beduinos, que entonces vivían allí y ahora viven totalmente desplazados. Llegabas a Gaza y podías entrar por donde quisieras. Es verdad que entonces yo ya veía que la policía y el ejército israelí maltrataba a los palestinos, había bastante prepotencia en la forma de actuar en los Territorios Ocupados. Pasabas dos días allí, porque no había mucho que ver en Gaza, una zona totalmente destruida en la que es muy difícil encontrar vestigios del pasado, de sus grandes civilizaciones, y cogías un taxi colectivo con varias personas e ibas a Tel-Aviv y te quedabas allí. 

Algo impensable ahora. 

¡Es una cárcel! No se puede salir de la cárcel, muchas veces ni siquiera con permiso, como les ha ocurrido a muchos palestinos. Muchas veces no se puede entrar porque no te dan permiso, y para salir te tratan de una manera de la que es difícil que te traten en ninguna otra cárcel del mundo, una manera tan vejatoria para entrar y salir… Te asombras por cómo ha ido evolucionando la situación hasta el punto de que, hoy día, el muro que se ha construido es más del doble de lo que sería lo largo de la Línea Verde. Es decir, estamos hablando de una Línea Verde que supuestamente tendría 300 kilómetros y de un muro que tiene 725 kilómetros, algo que no se puede entender. Solamente se puede entender si ves que el muro no solamente ha servido para separar a las dos comunidades sino para robar a la otra comunidad, para robarles tierra… 

Como me decían, el muro no es ilegal por muro sino por su construcción, por su trazado. 

Exactamente. En este viaje que hice con la UNRWA, con sus especialistas en derechos humanos, pude ver cosas que no podía ni imaginar, que incluso compañeros míos, corresponsales en esa zona durante muchos años, no conocían. Situaciones increíbles, alucinantes, como una familia tiene que vivir al lado de una colonia judía sin poder salir. Su casa está bloqueada, los están intentando echar de cualquier manera. Les ponen unas rejas sin llave, tienen que tocar un timbre para que una persona a 20 kilómetros les abra la puerta, si es que quiere abrírsela, puede que esté mirando el monitor o no, igual se ha ido a tomar una copa. Esto de que estés en un puesto fronterizo en Israel y que la seguridad se marche un rato es el pan nuestro de cada día. Si se lo hacen a los extranjeros, porque son unos prepotentes de mucho cuidado, imagínense los lectores lo que hacen con los palestinos, los maltratan de una manera vergonzosa. Esto también tiene que ver con un problema gravísimo que tiene Israel de racismo y en el que no quiere entrar. Los israelíes, especialmente las nuevas generaciones llegadas de la Unión Soviética, son muy racistas. 

Más de un periodista me ha dicho que el periodismo ha fracasado a la hora de contar lo que sucede allí, lo que llamamos el conflicto entre Israel y Palestina. ¿En qué se ha fracasado? ¿Qué no se ha sabido explicar? 

Uno de los problemas graves que ha tenido la información que ha salido de Oriente Medio es que está toda muy mediatizada por el control, entre comillas, que intenta hacer el gobierno de Israel. El gobierno de Israel es, evidentemente, mil veces más democrático que muchos gobiernos de la zona, no hace falta ni discutirlo, pero el gobierno de Israel tiene también sus estrategias para presionar a los medios de comunicación. De hecho, han presionado a medios de comunicación obligándoles a cambiar corresponsales, sobre todo con los medios de comunicación anglosajones, americanos e ingleses. Han presionado a gobiernos en un momento determinado para que saquen a periodistas de zonas de conflicto para que no puedan informar, han acusado a periodistas de ser prácticamente correa de transmisión del terrorismo de una manera brutal como ha ocurrido este año con Yolanda Álvarez y con otros periodistas que estaban en Gaza. Todo esto son estrategias que al final lo que provocan es una gran tensión en la que un periodista, cuando lleva dos años, se tiene que marchar porque está harto, está cansado. Yo he conocido periodistas, lo puedo jurar, que han llegado con una idea clara de ser ecuánimes y que incluso en los primeros artículos eran pro-israelíes, y han acabado todos siendo… ¡no antiisraelíes! Ni mucho menos antijudíos, sino antigubernamentales, anti gobierno de Israel, por su actitud. Evidentemente han criticado durísimamente la forma de actuar del ejército, de las fuerzas armadas y de la policía fronteriza, que es totalmente brutal. De hecho, poca gente sabe que la policía fronteriza ni siquiera es judía, es drusa en su mayoría. Es una situación que he tenido como consecuencia que muchas veces, sobre todo para el mundo anglosajón, la información haya sido mecánica y haya profundizado muy pocas veces en las historias. 

A mí me han dicho: “No hemos sido ni siquiera capaces de explicar qué significa la división de Jerusalén”. Y es verdad que yo no la entendí hasta la primera vez en que tuve ocasión de viajar allí. Es muy difícil concebir de qué hablamos cuando hablamos de una colonia, de qué hablamos cuando hablamos del impacto del muro, de qué hablamos cuando hablamos de Jerusalén… 

Sí, incluso a veces para personas especializadas en Oriente Medio, y creo que yo lo soy, llevo muchos años trabajando. No había vuelto desde 2006, cuando Hamas ganó las elecciones y cuando fueron también las elecciones israelíes, y me he sorprendido de cómo han cambiado las cosas en apenas siete años. Ha habido una evolución en cómo el muro ha crecido, como en Jerusalén donde hay zonas que son increíbles. Un amigo mío que vive allí me llevó con su coche a zonas de Jerusalén, estamos hablando de Jerusalén Este, que estaban totalmente dominadas por un muro que poca gente conoce. Es una política que está intentando por todos los medios convertir un Estado palestino en un Estado fracasado incluso antes de ser Estado. Troceas tanto un Estado que al final ese Estado es inviable y como es inviable cualquier cosa que hagas con ese Estado va a ser imposible de solucionar. Con lo cual, al final, ¿quiénes son los culpables? Los palestinos, que no se pueden autogobernar. Esta es la estrategia, totalmente clara. Aparte, por supuesto, de quitar tierras de calidad, de crear colonias violando toda la legalidad internacional, violando permanentemente la legalidad internacional. El primer ministro israelí acusó ayer con toda su desfachatez a la UNRWA de ser pro-terrorista porque Hamas es… 

No es la primera vez. 

Sí, pero con el Secretario General de Naciones Unidas delante, que está haciendo una crítica durísima al gobierno israelí, su manera de actuar es decir que la UNRWA es una organización de Naciones Unidas pro-terrorista, porque como Hamas es terrorista son pro-terroristas. ¡Es un escándalo! Aquí hay un problema grave. Si todos los países de la comunidad europea y Estados Unidos no se ponen serios, esto va a seguir siendo el pan nuestro de cada día. Violaciones permanentes de los derechos humanos, violaciones permanentes de los tratados internacionales, violaciones permanentes construyendo ilegalmente nuevas colonias y provocando que el Estado palestino sea inviable.

Los niños no tienen libertad de movimientos (Fotografía: Gervasio Sánchez)

Eso en el terreno de la política. Volvamos al periodismo. Tengo la sensación de que el periodismo, no sólo en España, también en otros países, mide mucho las palabras, los términos, a la hora de expresarse sobre Israel. ¿Por qué esa, llamémosla, cautela? A veces da la sensación de que nos negáramos la realidad, como si no quisiéramos aceptar lo que significan los términos cuando nos referimos a Israel. Yo no viví los tiempos del apartheid sudafricano pero no sé si en los medios se definía a aquello como un conflicto. 

Es una situación increíble que haya que medir hasta las últimas palabras para no provocar el tsunami de los ‘lobbys’ judíos, de los ‘lobbys’ israelíes, que están por todas partes. Cualquiera de los que hemos trabajado en esa zona los hemos sufrido. Yo me he tirado decenas de años cubriendo todo tipo de conflictos y, gente que me ha aplaudido, cuando he escrito sobre el conflicto israelí me ha llamado de repente para decirme: “Yo te admiraba pero… ahora no te admiro”. Pero, ¿por qué? “Porque estás hablando de terrorismo de Estado”. Ah, que lo que hace Israel, ¿no es terrorismo de Estado? Bombardear salvajemente Gaza matando civiles, ¿no es terrorismo de Estado? ¿Cómo llamamos a esto? Cuando lo hace un dictador, es terrorismo de Estado; cuando lo hace un Estado democrático, no es terrorismo de Estado. El terrorismo de Estado está claro, mira la legislación internacional. Si bombardeas salvajemente, haciendo un uso desproporcionado de la fuerza como lo está haciendo Israel, eso es terrorismo de Estado. Da igual que estén buscando terroristas que estén buscando cigarras en el desierto, están haciendo terrorismo de Estado. O cuando hablas de gueto. La palabra gueto no se inventó para hablar de una gravísima situación que vivieron los judíos en su historia. Ni genocidio. De hecho, el año que viene se va a cumplir el centenario del genocidio armenio, que fue anterior… O no lo fue, porque los judíos vivieron pogromos brutales a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pero han ocurrido muchas cosas más. Apartheid. Cuando inhabilitas a la población de una zona del mundo e incluso inhabilitas socialmente a la población árabe de tu país y le dificultas su acceso a la educación, a la sanidad, sus movimientos y la presionas para que abandone determinadas zonas, esto es apartheid, lo haga quien lo haga. Si no lo entienden es un problema grave. ¿Qué está pasando? Que los ‘lobbys’ son increíblemente sensibles a todo lo que sea una crítica a Israel y se activan muy rápidamente. A mí me ha pasado, yo he escrito cosas sobre cualquier tema, hay una rotación de comentarios y, cuando escribo sobre esto, se activa una fuerza parecida a un tsunami en la que, de repente, te asaltan por todas partes, te ponen a caldo. Si caes en la trampa de responder, de intentar dialogar de alguna forma con estas personas, nunca se acaba el tiempo, que para ti es oro pero ellos, como están subvencionados, financiados y tienen su salario, pueden estar meses persiguiéndote como una secta evangélica radical para intentar cambiar tu punto de vista. Y hay cosas que no se cambian en la vida, porque cuando tú vas a un sitio durante treinta y dos años, no cambias. Igual que cuando hablo con la gente de Hamas les digo: “Vuestro terrorismo, el terrorismo realizado por grupos radicales palestinos, ha hecho un daño tremendo a la causa palestina. Os guste o no escucharlo, es lo que ha ocurrido”. Habría que cambiar la forma de actuar a partir de ahora. 

Henrique Cymerman, corresponsal de ‘La Vanguardia’ en Israel, viene a España a dar una conferencia titulada “El milagro del agua en Israel”. Significativo título. A raíz de la campaña contra Yolanda Álvarez, corresponsal de TVE -medio sobre el que la Embajada de Israel más quería influir porque, seguramente, es el que a más población alcanzaba de los que podían estar cubriendo Gaza-, un periodista me decía: “Ya sólo les preocupa TVE. Es muy triste que ya no les preocupe ni ‘El País’”. 

Ahora les debe de preocupar un poquito más ‘El País’, porque como acaban de cambiar de corresponsal y ha llegado una persona que ha cubierto el conflicto desde donde evidentemente debe de cubrirse, que es desde Gaza, y ha escrito cosas que no han gustado mucho, ni siquiera en la redacción central de ‘El País’, creo que deberían preocuparse un poquito más. Cuando un corresponsal de un medio se convierte en parte del sistema de propaganda de Israel, como ha ocurrido en algunas pequeñas temporadas del diario ‘El País’, evidentemente es que ya lo tienen todo controlado y por eso solamente se preocupan de Televisión Española, porque les ha salido rana. Resulta que ha llegado una periodista que ha ido a Gaza… Y además, ¿cuál es el problema? ¡Si es que da igual que te llames de una forma o que te llames de otra! Cualquier periodista que vaya sobre el terreno y vea con sus propios ojos lo que ocurre, va a cambiar su visión de las cosas. A veces he hablado con amigos míos que son muy pro-israelíes, de una manera absolutamente fanática, y les digo: “Si quieres, la próxima vez que yo vaya a Israel te vienes conmigo y te muestro esa parte que nunca te van a mostrar los israelíes en sus viajes propagandísticos, cuando te llevan allí con todos los gastos pagados y te dan una vueltecita para que veas las cosas que ellos quieren que veas”. Evidentemente te niegan lo que tienes que ver. La prensa española ya no es importante. Primero, porque está controlada, porque hace diez años el corresponsal de ABC era crítico con el Estado de Israel y le hicieron la vida imposible. 

Pero se suponía que uno contaba con el apoyo y soporte de sus direcciones. Eso, por lo visto, ha cambiado. Mencionábamos el caso de ‘El País’, con su nuevo corresponsal Juan Gómez, uno de cuyos artículos desde Gaza llegó a sufrir hasta cuatro cambios de titular en la edición digital para que se amoldara a ciertos intereses. Eso el lector atento lo percibe, no es tonto. Es consciente de que está sucediendo. 

Sí, claro. Yo no me quiero centrar en ‘El País’ porque si me centro en ‘El País’ voy a decir cosas muy fuertes. En los últimos tiempos… 

De hecho lanzaste una serie de tuits (ver imagen 1 e imagen 2) esos días respecto a una portada que era muy sangrante, mostraba a militares israelíes dolidos. 

¡Es que es alucinante que esto pueda hacerlo un medio serio! No vamos a hablar de la política informativa internacional, porque incluso hasta en la sección de Internacional de ‘El País’ tienen bastantes líos para intentar mantener la decencia. Muchas veces las cosas llegan por conductos que no son los reglamentarios en una actividad periodística. El tema grave para mí es que las presiones son tan fuertes que al final acaban consiguiendo resultados. La embajada de Madrid, los ‘lobbys’ llamando y llamando: “¡es que esto es apología del terrorismo!”…Esto se lo hacían a Juan Cierco en el ABC, lo volvieron loco durante muchísimo tiempo. A periodistas de la agencia EFE los han vuelto locos. Si tú eres una persona con una gran fortaleza mental te defiendes de todo eso, pero llega un momento en que cuando son llamadas a cualquier hora, discutes con tus jefes que te llaman veinte veces, maltratan tus crónicas, las reducen a añicos porque no les gusta lo que están leyendo porque no está en consonancia con el discurso oficial… Todo esto acaba bajando un poco el renglón y los periodistas se van adecuando a una situación de supervivencia. Es lo que ha pasado con la prensa española en general. No digo con todos, porque la corresponsal de ‘El Periódico’ Ana Alba es una periodista magnífica, Carmen Rengel ha hecho un trabajo increíble en la Cadena SER, Juan Gómez, con todas las presiones, ha hecho un trabajo magnífico, Yolanda lo está haciendo muy bien, Eugenio García Gascón lo está haciendo muy bien… Todavía hay periodistas que actúan de una manera muy digna defendiendo el periodismo por encima de todo. Periodistas, además, de prestigio, que esto es lo que no lo entienden los israelíes. Los israelíes se piensan que el prestigio se puede maltratar. Incluso hay periodistas israelíes que trabajan, por ejemplo, con ‘Haaretz’, que están siendo maltratados por el propio sistema de comunicación de Israel, con presiones tremendas. Todo esto llega al ridículo de que al final lo que ellos quieren es tener el 100% de la razón y no quieren visos de crítica en ninguna parte, ya sea en un medio extranjero o nacional. Persiguen al que se intente enfrentar a este maremágnum de desolación informativa de una manera increíble, hasta el punto de hacer la vida imposible, y llega un momento en el que, claro, la gente quiere tener una vida tranquila. Normalmente quieres ser corresponsal, quizás, catorce horas al día, pero luego quieres cenar dos horas y dormir ocho y no hay manera de que puedas hacerlo con esta persecución. 

Cada país, cada región, tiene sus propias características. Has viajado a países muy diferentes, has cubierto realidades de horror muy diferentes, la de Palestina es sólo una de ellas. ¿Hay un elemento que unifique para ti todas esas historias que has ido retratando a lo largo de los años? 

El elemento que unifica es el dolor de las víctimas civiles, el impacto de estos conflictos en las víctimas civiles, y algo que para mí es clave: la inmensa mayoría de la gente que sufre las consecuencias de guerras, o de situaciones de gran violencia durante décadas, ni siquiera conoce por qué existen esas guerras. Cuando tú le preguntas a un joven sierraleonés, afgano, iraquí o de muchos países de los que yo he visitado, por qué está tú país en guerra -e igual es combatiente, un combatiente infantil o adulto, o es una mujer que está en la universidad o ha terminado una carrera universitaria-, no saben encontrar las razones o las causas de su guerra. Al final llegas a la conclusión de que sufren, son heridos o a veces mueren por razones desconocidas. Esto tiene mucho que ver también con el otro razonamiento, que es que al final los conflictos provocan muchas víctimas civiles sobre el terreno, mucho sufrimiento sobre el terreno y es un gran negocio para gente que no está sobre el terreno.

Carlos Pérez Cruz

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