martes, 12 de agosto de 2014

Isabel Pérez: "Ocho años de bloqueo de Gaza han causado un gran trauma psicológico"

La periodista aragonesa Isabel Pérez vive y trabaja en la Franja de Gaza desde principios de 2013, tras su paso por Italia, Egipto o Irán. Desde Gaza cubre la información para el canal televisivo Hispan TV y colabora con diferentes medios de comunicación. Además, mantiene el blog personal Gazeitunas.



Isabel Pérez



Se cumple más de un mes desde el inicio del ataque israelí bajo la denominación de ‘Margen Protector’. Hubo 3 días de tregua, tras los que se reanudaron los ataques, estamos de nuevo estamos en otros 3 días de alto el fuego. Desde la posición palestina ya se había avisado: sin final del bloqueo, no hay tregua. ¿Es una postura compartida por la población de Gaza o un mes de devastación quiebra incluso la voluntad de no ceder ante lo que es una petición, en definitiva, legítima y humanitaria? 

La población palestina ya no tiene nada más que perder y, por decirlo de alguna manera, lo da todo en esta batalla. Por eso se posiciona indudablemente al lado de la delegación palestina, que pide el levantamiento completo del bloqueo, y no le importa que esta guerra dure un mes más, según lo que a mí me han contado personalmente varias familias. Madres, padres, abuelos, ancianos, que ya tienen experiencia de varias guerras e intifadas pasadas, todos están de acuerdo en que el levantamiento del bloqueo es ahora o nunca y, por lo tanto, están dándolo todo, aunque ellos no estén en el frente de batalla. Son los más afectados, algunos han perdido las casas, el trabajo, han perdido todo lo que tienen bajo los escombros, su dinero, sus hijos, sus madres, padres… La verdad es que es generalizado, todos quieren o seguir adelante con esta guerra o levantar el bloqueo. 

Intuyo por lo tanto la respuesta a la siguiente pregunta. Uno de los objetivos detrás del ataque indiscriminado a Gaza por parte de Israel podría ser buscar que la población se vuelva contra Hamas y lo señale como culpable de la continuidad de los bombardeos por no detener el lanzamiento de cohetes hacia Israel. Si ese fuera uno de los objetivos, ¿cuál estaría siendo el resultado? 

El resultado no es el que esperaba Israel. Es una táctica más dentro de la estrategia de propaganda que intenta llevar a cabo Israel contra Hamas, estrategia que comenzó en el año 2006 cuando Hamas ganó las elecciones y tomó el poder. Desde el inicio de la ofensiva, que ellos llaman “Margen Protector”, se ve mucho más, está claro que siguen esta táctica demoledora y a veces casi irrisoria. Encendías Al Aqsa, la televisión y la radio de Hamas, y había interferencias provocadas por Israel con letreros en árabe diciendo, por ejemplo, que [Ismail] Haniye es un mentiroso; o salía Abu Obeida, que es el portavoz de al-Qassam, el brazo militar de Hamas, y decían barbaridades, que estaban utilizando a la población palestina como escudos humanos. También han lanzado octavillas desde el aire, eso se ha repetido durante los 36 días de ofensiva militar contra la Franja de Gaza, y la mayoría de ellas eran octavillas amenazantes que decían: “Sí, sabéis dónde se encuentran. Decídnoslo”. Eso está también dentro de la práctica disuasoria para conseguir colaboracionistas. De hecho, en esta guerra, según leía ayer en la prensa palestina, no sólo la afiliada a Hamas sino también la de la Autoridad Palestina, parece ser que está cayendo el número de colaboracionistas y son cada vez menos. Después de la ofensiva de 2012, que duró solamente ocho días, Hamas se encargó de buscar quiénes eran y encerrarlos en la cárcel. Les invitaba a presentarse [voluntariamente], les prometían que no iban a ejecutarles, que no iban a sufrir la pena capital sino que simplemente iban a pasar varios años en la cárcel y que después les darían ayuda psicosocial, con grupos que existen aquí en la Franja de Gaza para ayudar a las familias de los colaboracionistas, para evitar el estigma dentro de la sociedad palestina, porque obviamente lo tienen. Todas estas tácticas juntas parece que han fracasado grosso modo. 

Israel culpa a Hamas de las muertes de civiles, incluidos los más de 400 niños muertos. Según esta teoría israelí, la población de Gaza estaría bajo secuestro de Hamas. Podríamos deducir que para Israel la población gazatí sufre una especie de ‘Síndrome de Estocolmo’ que le hace cómplice de sus captores. 

Según eso, sí. Los israelíes juegan siempre con estas teorías nacidas en occidente, que quizá sólo podemos asumir los occidentales. Los palestinos están obviamente bajo la misma soga del bloqueo. Después de que les asesinaran a sus hijos, las madres me decían que “la resistencia palestina está haciendo bien su trabajo y queremos que sigan lanzando cohetes y defendiéndonos aquí en la Franja de Gaza”. Fíjate que, a pesar de la tragedia de perder a un hijo o de verlo en las peores circunstancias que puedas ver -puede morir tu hijo bajo los escombros, puede morir tu hijo disparado, pero no hecho pedazos, no con el cráneo abierto como muchas madres y padres están viendo-, a pesar de esa bestialidad, de esa muerte tan inhumana y sin sentido, la mayoría de todas esas familias apoyan en general que las facciones armadas sigan adelante. 

A Hamas no le importan las muertes de civiles, incluidas las de niños. La nuestra es una cultura de vida, la de ellos es la de la muerte, dicen algunas voces desde Israel y también fuera de Israel. ¿Está Hamas, su brazo armado y otras milicias, satisfecha por la muerte de civiles? ¿Celebra la muerte de sus familiares, amigos, vecinos…? 

No, la verdad es que la cultura occidental es muy diferente a la oriental, a la árabe, donde se ensalza a los mártires. No son muertos, son mártires, todos son caídos por la gracia de Dios y todos van directamente al cielo, también, por supuesto, los niños, a pesar de que no estén en el campo de batalla. Pero aquí no se está celebrando absolutamente nada. Hay un silencio… La gente entierra a sus muertos, los ha enterrado durante estos treinta y cinco días como ha podido, corriendo, debido a los bombardeos y los ataques de artillería pesada. Ni siquiera a los combatientes que han enterrado. De todos los muertos, 1941 muertos -porque esta mañana [lunes 11 de agosto de 2014] ha sucumbido a sus heridas otra niña-, el 84% son civiles, según el Centro Palestino de Derechos Humanos (PCHR), que también es crítico con el lanzamiento de cohetes palestino, así que digamos que es una fuente objetiva, neutral. 84% civiles, el cómputo restante serían los combatientes, y en ningún momento se ha ensalzado en ningún entierro estos cuerpos de combatientes. No ha habido ninguna celebración y todo se ha sumido en un velo silencioso y triste porque, al fin y al cabo, seguramente Hamas tampoco esperaba que Israel fuera a atacar tan directamente a la población civil.

Mezquita bombardeada en Gaza (Foto: Isabel Pérez)

Hace unas semanas, al principio de esta operación militar israelí, me decías que de alguna manera te sentirías más segura alojada junto al resto de periodistas internacionales en vez de, como es tu caso, trabajando con la prensa palestina. De hecho el edificio en el que se encuentra tu oficina fue bombardeado. Ningún periodista internacional sobre el terreno ha dicho sentirse utilizado como escudo humano por Hamas (una afirmación israelí). ¿Conoces algún periodista palestino que se haya sentido utilizado? ¿Incluso tú misma? 

En ningún momento me he sentido utilizada, para nada. Los periodistas palestinos piensan prácticamente como yo, no se han sentido utilizados, hacen su trabajo. Algunos de ellos están todavía en la única torre de medios de comunicación que no ha sido bombardeada, que está aquí al lado de la costa, otros están en sus casas en la ciudad de Gaza o se han venido a algunos hoteles más accesibles al bolsillo, porque los hoteles en la Franja de Gaza están hechos solamente para extranjeros, son muy caros y los palestinos no pueden pagarlos. Pero los que sí que se han doblegado, por decirlo de alguna manera, a esta propaganda de los israelíes, son los periodistas extranjeros. También es comprensible, porque no estás en la zona, no vives aquí. Como siempre estamos diciendo, al final, aunque tengan una simpatía hacia el pueblo palestino, hacia la injusticia del genocidio comenzado por los sionistas en el siglo XIX, aunque ellos sepan esa historia, quizá no conocen la coyuntura actual. No conocen a Hamas, no viven en la Franja de Gaza. Yo no soy simpatizante de Hamas y estoy a favor de crear un Estado único y laico en el que todos vivan conjuntamente. Y estas personas, como no viven aquí en la Franja de Gaza, se creen cualquier noticia que venga de medios occidentales un poquito más proclives a Israel. Por ejemplo, el lanzamiento de cohetes frente a un hotel de periodistas. ¿Quién se va a creer en Gaza que las facciones armadas van a poner aquí una lanzadera de cohetes? Hay colaboracionistas, hay grupos que se han creado, a los que paga Israel -no mucho, pero les salva la vida a sus hijos y a su familia-, que trabajan para Israel para crear este tipo de ruido mediático, y obviamente muchos extranjeros caen en esa trampa. Muchos dicen que están poniéndolo al lado del hotel de periodistas, “nos están usando a nosotros como escudos humanos”. Ahí se cae en -no sé si decirlo así- la mediocridad o en no querer ver realmente la coyuntura, o en no querer creer que los de las facciones armadas no son estúpidos. También se cae un poco en el orgullo que tienen, que tenemos, los periodistas. Otro ejemplo: ellos son las víctimas. A veces los periodistas nos retratamos en nuestros propios reportajes como si estuviéramos sufriendo en primera persona esta guerra y nos olvidamos de los civiles. Eso sucede muchísimo, ¡todos lo hemos hecho! ¿Es un error? Sí, pero no. Puedes hacerlo siempre y cuando estés llevando la historia a que el telespectador, el radioyente o el lector entienda desde tu perspectiva qué está sucediendo aquí. Pero cuando el periodista está siendo el escudo humano, la víctima, es demasiado victimista, y valga la redundancia. Otro ejemplo, cogiendo el ascensor en uno de los hoteles de los periodistas junto a una señora de unos cuarenta o cincuenta años, periodista consagrada. Estamos esperando el ascensor, tienen que encender el motor para que haya electricidad y funcione, y la señora me dice: “Esto de la electricidad es realmente un problema”. Y yo le contesto: “Sí, sí, imagínese cómo está la gente ahí afuera”. Entramos y me dice: “¡Pero nosotros, los periodistas, necesitamos electricidad para mandar nuestras crónicas!”. Entonces le respondí: “Señora, y la gente fuera necesita la lavadora, que el agua residual sea bombeada fuera de sus casas”, etcétera. Esa falta de empatía, de victimizarse, de sentir la guerra, cuando ellos se van a marchar de aquí…, es un problema que ocurre en la Franja de Gaza y se vislumbra después en las noticias que algunos estamos dando. 

Un periodista extranjero que entra en Gaza lo hace bajo permiso israelí y con la firma de una aceptación de posible censura de su trabajo. Una periodista, como es tu caso, que vive y trabaja en la Franja de Gaza, ¿tiene que someter su trabajo a algún tipo de censura? ¿Qué limitaciones tiene a su libertad como periodista? 

Yo no tengo ninguna limitación. Hasta el momento en ninguna circunstancia me ha venido nadie del gobierno de Hamas -que ya es un gobierno depuesto, porque el 3 de junio Haniyeh ya dejó el poder- diciéndome que haya escrito algo incorrecto desde su punto de vista. En ningún momento he tenido ningún problema. Yo no tengo autocensura y todo lo que no puedo decir en los medios en que escribo lo digo claramente en mi blog o en mi Twitter. La única vez que he tenido un pequeño problema ha sido yendo a la frontera con Egipto, en Rafah. La mukhabarat, los servicios de inteligencia egipcios, son conocidos por tener fuertes lazos también con la compañía de telecomunicaciones palestina, bajo orden del gobierno de Israel, y hubo llamadas telefónicas amenazantes, etcétera. Ahí sí que he sentido el acoso, pero no es la primera vez y la verdad es que esto no va a parar lo que yo tengo que hacer aquí en la Franja de Gaza. 

Eugenio García Gascón decía hace unos días que el número de víctimas por siete años de bloqueo israelí –has dicho antes ocho años, imagino que estamos en fechas de cumplimiento- era superior al número de víctimas ocasionadas en este último mes de ataques israelíes sobre la Franja. Es decir, el bloqueo de Gaza sería en sí mismo un estrangulamiento de la vida que los bombardeos se encargan de intensificar puntualmente. Vives en Gaza desde hace un año y unos meses. ¿Cómo es la vida bajo bloqueo y qué convierte la cotidianidad del bloqueo en un arma mortífera para los palestinos de Gaza? 

La peor consecuencia de estos ocho años de bloqueo –se cumplieron el pasado junio, a mitad de mes- son los traumas psicológicos. Hay un trauma psicológico y social que está afectando en todos los sentidos a las personas en la Franja de Gaza. Se nota en la forma de interactuar con los demás, en la forma de pensar, hablar… Es un trauma psicológico y prácticamente el millón ochocientas mil personas de la Franja de Gaza necesita en cierto modo apoyo psicosocial, porque ocho años de bloqueo significan pesadillas las 24 horas del día: cuándo vendrá la electricidad, cuándo podré –por ejemplo, en mi caso- hacer la lavadora. ¡Una lavadora, que enciendes el botón y basta! Aquí es realmente un milagro llegar a casa y encontrarte con electricidad. Es un milagro tener ocho horas de electricidad al día, y esto significa también que cuando no hay electricidad el agua no llega a las casas; el agua de los ayuntamientos no puede bombearse en su sistema de canalización y no llega a las casas. De esa manera, la gente tiene que poner dinero de su bolsillo para comprar agua desalinizada y llenar unos tanques que se encuentran en la parte superior de las casas unifamiliares o de los pisos. Esto es más dinero, pero el problema es que no hay más dinero, hay menos, porque la economía ha sido devastada por este bloqueo. Un 42% de la población está inactiva, no encuentra trabajo. El problema también es el futuro, qué va a ser de nosotros. Por eso no se piensa en el futuro. Es algo muy difícil de explicar, y los occidentales, algunos periodistas, mujeres y hombres, me han preguntado al venir: “tú que vives aquí, explícame por qué la gente continúa aquí, por qué mantiene a sus hijos en las casas sabiendo que pueden ser bombardeadas”. Eso no lo vamos a entender nunca ni tú ni yo, pero es una especie de resistencia y estos ocho años han sido de resiliencia total de la población palestina. Repito, aquí hace falta mucha ayuda psicológica y social, pero esa ayuda se podría sustituir con el levantamiento del bloqueo y ofreciendo oportunidades laborales, abriendo las fronteras, que los jóvenes salgan a estudiar fuera, que los jóvenes que no quieran estudiar, que quieran trabajar, se vayan a Cisjordania o a Israel a trabajar. Así es como se podría curar esta enfermedad que ha provocado Israel con estos años de bloqueo.

"Mañana Palestina será libre" (Foto: Isabel Pérez)

Entre la operación “Pilar Defensivo” de finales de 2012 y el inicio de “Margen Protector”, Israel habría violado la tregua en cerca de 200 ocasiones, mientras desde Gaza se habría hecho en unas 75. Cuando la violencia no es espectacular, deja de ser noticia. Para quienes no siguen de forma cotidiana lo que sucede en la zona, ¿cómo son esas violaciones del alto el fuego? ¿En qué medida hay una violencia permanente, aunque sea –llamémosla- dosificada? 

Por ejemplo, en el mar. Supuestamente, después de [los acuerdos de] 2012, los pescadores podían acceder de facto a 4 millas de la costa. Dijeron 6, pero es una completa mentira. Pero no podían acceder a 4 millas en toda la línea de costa de la Franja, había zonas donde solamente podían acceder a una sola milla de la costa. Los ataques de la marina israelí sucedían sobre todo en los momentos de gran pesca, especialmente de sardina, que es lo que abunda aquí. Cuando hay momentos de gran pesca, cuando pueden aprovechar los pescadores, que es uno de los sectores más empobrecidos de Gaza, entonces disparan y los atacan. No sólo los atacan sino que los detienen, los llevan a Ashkelon, los sacan después hacia Gaza a través del paso de Erez después de interrogatorios muy duros en Israel, y también bombardean las barcas, rompen las redes, todo esto es dinero que los pescadores no tienen para reponer. De una barca pesquera pueden vivir mínimo unas veinticinco personas. Eso en el mar. En la Línea Verde, en el campo, tenemos cerca del 40% del territorio agrícola fértil de la Franja de Gaza al que no se puede acceder debido a la buffer zone, a la zona de no circulación impuesta unilateralmente por Israel, que está rompiendo tratados firmados por él anteriormente. 40% al que no se puede acceder, algunos agricultores salían por la mañana a recoger su trigo, sobre todo en abril y mayo. ¿Qué es lo que sucedía? Desde mi casa yo lo oía. Ráfagas de ametralladoras israelíes contra los agricultores. Eso prácticamente todos los días de cosecha, ¡todos los días de cosecha! Por eso vienen muchísimos activistas aquí para hacer de escudo humano. En el mar no pueden, pero aquí en tierra firme hacen de escudos humanos. Tierra y mar totalmente devastada, aunque ellos insisten. Siguen saliendo al mar a faenar, a sus campos a intentar recoger el máximo trigo posible. Esa es la resiliencia y la resistencia. El espacio aéreo, incluso ahora que es el primer día de cese al fuego de 72 horas, todavía está ocupado por drones israelíes, que son de dos tipos. Algunos tienen cámaras y filman el movimiento de cada una de las personas, todo lo que hacemos. Por eso que Israel haya bombardeado zonas no militares durante esta guerra es atroz porque sus drones sabían exactamente desde dónde se lanzan todos y cada uno de los cohetes, porque revisan dónde hay movimiento. El subterráneo, obviamente, no lo pueden grabar. También, de vez en cuando, oíamos durante la noche, sobre todo en la madrugada, bombardeos de drones. Esto desde que estoy aquí hace un año y siete meses. A veces he saltado de la cama porque no estábamos en medio de una guerra, por lo que te sorprende todavía más que haya un bombardeo cerca de casa por un drone. Hay dos tipos de drones: de vigilancia y de bombardeo y ataque.

Puerto de Gaza (Foto: Isabel Pérez)

Han pasado tres años desde la publicación del manifiesto “Gaza Youth Breaks Out”, en el que un grupo de estudiantes de la Franja mostraba de esta forma su hartazgo culpando a Hamas, a Israel, a Fatah, a la ONU, a Estados Unidos, etcétera, de la imposibilidad de una vida en libertad, de una vida con aspiraciones vitales más allá de sobrevivir un día más. La responsabilidad israelí está clara. ¿Qué responsabilidad tiene y ha tenido Hamas durante los años de bloqueo en ese ahogo vital que denunciaba este grupo de estudiantes? ¿En qué sentido se ha reprimido el escaso margen de decisión que tiene la población de Gaza? 

Hamas no tenía obviamente unas vías políticas muy desarrolladas. Hamas es un movimiento de resistencia en la Franja de Gaza y en Cisjordania. Ganaron las elecciones debido exactamente a eso, a que eran la resistencia. La gente estaba harta de los tejemanejes que llevaban entre sí el movimiento Fatah y la OLP. Estaba harta de que desapareciera dinero en ayudas, de que cualquier oportunidad de trabajo siempre la conseguía a través de enchufes, del hermano del primo de fulano, todo esto era así durante la época de Fatah en la Franja. La gente estaba harta, votó Hamas, salió vencedora en estas elecciones y Hamas no tenía muy bien desarrollada cuál iba a ser tu política. No lo ha hecho bien del todo, pero tengo que admitir que administrar ocho años de bloqueo tiene que ser muy duro, siempre y cuando no estén colaborando con Israel como el movimiento de Fatah y Mahmoud Abbas. Hay que tener en cuenta esas dificultades, pero sí es verdad que han fallado en muchas otras, que hubo muchas prohibiciones, sobre todo los dos primeros años que fueron prohibitivos para todo aquel que quisiera ondear cualquier otra bandera de cualquier otro partido. Eso estaba prohibido, sobre todo la amarilla de Fatah. Eso es una equivocación. Los jóvenes que protestaban hace tres años con ese manifiesto lo hacían frente a todo y tienen razón, estoy cien por cien de acuerdo. Hamas no es la solución, Fatah tampoco no es la solución, obviamente todo bajo el yugo israelí. Lo que es necesario ahora es la unidad de las facciones palestinas. Es lo que se estaba intentando hacer hasta que Israel estalló esta guerra contra la Franja de Gaza. El 2 de junio se anunció este Gobierno de Unidad Nacional que iba a formar un gobierno tecnócrata que al final no ha podido entrar en funciones porque, obviamente, no ha habido tiempo, y ahora está todo un poco revuelto, aunque lo están retomando. El mejor ejemplo que estamos teniendo ahora es en El Cairo. Ahí tenemos una delegación con todas las facciones representadas, incluida la Yihad Islámica, que no es una facción política. Es la única facción que no es política, ellos mismos lo dicen, sólo son combatientes, pero están también presentes. Por lo tanto, está sucediendo algo histórico y esperemos que logren levantar el bloqueo y que finalmente el gobierno de Israel acepte de una vez por todas las demandas, porque son derechos del pueblo palestino y así podamos vivir aquí con prosperidad, sería un gran paso para todos los palestinos. 

“¿Dónde están nuestros hermanos árabes?”. Este es uno de los lamentos más frecuentes de la población palestina. Egipto se ha erigido como principal instigador de la negociación, pero Egipto es corresponsable de que Gaza haya permanecido sellada y no se haya podido evacuar a la población civil estas semanas. Tú que creo que has vivido en Egipto, ¿tienes respuesta a esa pregunta? 

El pueblo árabe tiene muchísimos problemas ya de por sí con tantos levantamientos y revoluciones contra diferentes dictadores. Egipto no es solamente responsable, digámoslo, a un 80%, porque no ha abierto la frontera de Rafah ni ahora ni hace años -ya en la época de Mubarak no la abría constantemente, como debía haber hecho-, sino que también es supuestamente el garante de que los ceses al fuego entre la Franja de Gaza e Israel se cumplan. No ha hecho nada, absolutamente nunca ha condenado una violación de cese al fuego por parte de Israel, pero sí ha disparado contra pescadores palestinos que se acercaban al sur, a las costas de la Franja de Gaza en Rafah. Así que hay que poner en duda a Egipto y al resto de países árabes, sobre todo a la Liga Árabe. Pero también hay que dejar aparte al pueblo árabe, que no son los gobiernos ni las dictaduras árabes. El pueblo árabe está en su mayoría con el pueblo palestino. 

Ya sé que los periodistas no deben ser la materia de interés, pero llevas un año y siete meses allí. ¿Por qué no puedes salir? 

Digamos que soy ya una palestina más, vivo aquí. Entré por el paso de Rafah. Puedo salir, pero el problema es que no podría volver a entrar. Yo entré aquí a través de un túnel con la imposibilidad de utilizar un contrato de matrimonio, porque yo estoy casada en Gaza. Fue imposible entrar por vía legal, así que entré vía ilegal, como hubiera hecho cualquier persona, no hace falta ser valiente. En el túnel también vi familias de abuela, hijo, madre y padre entrar tranquilamente, despacito pero deprisa. Y después, obviamente, entré por la vía legal, por Rafah, después de hacer los papeles. Por eso mismo no puedo salir, porque sé que no podré volver a entrar hasta que esto se arregle, hasta que Rafah se abra más horas, no haga falta hacer malabares, no haga falta pagar sobornos a las autoridades, a los policías egipcios de la frontera. Y la verdad es que me niego a salir de aquí sin mi compañero. Si él no puede yo tampoco salgo, me parece injusto. Nosotros no somos un caso excepcional, hay muchísima gente que necesita salir mucho antes que nosotros, por ejemplo enfermos de cáncer. Así que eso es lo que tenemos

Carlos Pérez Cruz

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